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HorizonteRamón Pérez-Maura

Por qué soy anglófilo

Horas después de la rendición argentina amaneció en Inglaterra un día de sol radiante y cielo azul. Recuerdo cruzar el patio del colegio a las 7:30 de la mañana, camino de Misa, y ver una Union Jack enorme ondeando en un mástil que normalmente ondeaba la enseña del colegio. Así se inculca el patriotismo

Actualizada 10:23

Nunca he ocultado mi anglofilia. Mis padres, que habían sido educados con el francés como segundo idioma, nos dieron a sus cinco hijos educación en inglés y nos mandaron a estudiar parte de nuestro bachillerato a Inglaterra. Vivir allí en los años del apogeo de Margaret Thatcher fue un privilegio que influyó decisivamente en mis ideas políticas. Y mi pasión por ese país apenas se ha aminorado a pesar de los errores y disparates que he visto cometer a los británicos en los últimos años.

Viví allí la Guerra de las Malvinas. Como español, mis simpatías estaban con los argentinos. Gibraltar siempre fue una afrenta que en esa hora resultaba más dolorosa. Recuerdo los comentarios en España en la Semana Santa de 1982 cuando se produjo la invasión argentina del archipiélago. Yo estaba de vacaciones aquí y volví a Inglaterra muy influenciado por lo que había oído en mi patria donde nadie se creía que el Reino Unido fuera a enviar una flota para recuperar el archipiélago. Y menos con un miembro de la Familia Real, el Príncipe Andrés, hijo favorito de la Reina, a bordo. Y vaya si lo hicieron. Unas horas después de la rendición argentina amaneció en Inglaterra un día de sol radiante y cielo azul. Recuerdo cruzar el patio del colegio, Downside, a las 7:30 de la mañana, camino de Misa, y ver una Union Jack enorme ondeando en un mástil que normalmente lucía la enseña del colegio. Así se inculca el patriotismo de un país.

En los últimos años, y he dejado testimonio de ello en mis escritos, el Reino Unido entró en una deriva disparatada que le llevó a abandonar la Unión Europea por una sucesión de decisiones a mi modo de ver equivocadas. Cuando un personaje como Boris Johnson es quien lidera un proyecto político, es imposible que nada salga bien. Y bien que me duele decirlo, porque tengo muchos y muy buenos amigos que eran radicalmente euroescépticos.

Traigo todo esto a colación porque esta semana he vuelto a ver al Reino Unido, sólido, sabedor de su lugar en el mundo, y de cómo se hace política de verdad. A diferencia de la vergüenza que representa un presidente del Gobierno español, que dice que va a subir el gasto en defensa sin recortar los beneficios sociales, sir Keir Starmer, que es exactamente igual de miembro de la Internacional Socialista que Pedro Sánchez, ha dicho la verdad a sus compatriotas y ha anunciado recortes en gasto social. Como no puede ser de otra manera.

Todo esto evidencia que Sánchez nos cree completamente idiotas. Pero a mí me gustaría saber de verdad qué es lo que les dijo a sus colegas europeos el jueves en el Elíseo. Donde por cierto también estaba sentado Keir Starmer y acordó enviar con Francia tropas a Ucrania. Y no sólo no se le caen los anillos al británico, sino que está compitiendo por el liderazgo del grupo con el anfitrión de ese día, Emmanuel Macron. ¿Ustedes se imaginan a Sánchez diciendo a los dirigentes europeos que el jueves estaban sentados a su lado que él va a cumplir con los gastos de defensa sin recortar de otro sitio? ¿Qué respeto le van a tener? Qué milonga le habría contado a Mark Rutte, secretario general de la OTAN, para que éste declarase que España va a gastarse en armamento —o en fuegos artificiales, llámelo como quiera— el 2 por ciento del PIB antes del verano. Y no sólo Rutte es consciente en Europa a estas alturas de que Sánchez le miente.

Yo nunca he tenido ninguna sintonía con el Partido Laborista británico. Pero en esta hora, Starmer está demostrando que, ante todo, él es un patriota que entiende que frente a Rusia y sin Estados Unidos su lugar está con Europa, sin mentir a la población y gastando en lo que de verdad hay que gastar en esta hora. Si yo tuviera eso en mi Gobierno, estaría mucho más tranquilo.

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