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GaleanaEdurne Uriarte

Falsificar es progresista

Pilar Bernabé, con dos licenciaturas falsas y nueva líder valenciana con el apoyo de Diana Morant, da una idea del concepto progresista de falsificación

Actualizada 01:30

Falsificar currículums debe de ser progresista, a tenor de lo ocurrido con Pilar Bernabé, la delegada del Gobierno en Valencia. Y es que el mismo día en que Okdiario reveló que había falsificado su currículum con dos títulos universitarios que no tiene, fue proclamada lideresa socialista de la ciudad de Valencia. Y aún más, lo fue de la mano de la mismísima ministra de Universidades, Diana Morant, que le dio las gracias en su cuenta de X por su «esfuerzo continuo» y por «pelear por su gente». Por el esfuerzo del engaño continuado, debe de ser, y por pelear por los falsificadores progresistas.

Nada sorprendente en un Gobierno a cuyo presidente se le probó el plagio en la tesis doctoral, sin que tal delito le costara absolutamente nada. Ni siquiera una medida de la Universidad que dio por buena la tesis plagiada. Ni mucho menos de esa élite intelectual y universitaria de izquierdas que tantas lecciones de moral ha impartido durante décadas. Pero que apoya a falsificadores de currículums y a plagiadores, si son progresistas.

No me extrañaría que cualquier día de estos argumenten que falsificar y plagiar es un derecho de los más desfavorecidos para conseguir la igualdad. Ya que los ricos, te pueden añadir, ya consiguen los títulos pagando en las universidades privadas, que es lo que han dicho para justificar los ataques a las privadas. Y que es el argumento tradicionalmente utilizado por la izquierda para cuestionar la meritocracia en la enseñanza. Hasta niveles tan desvergonzados como aquella campaña de izquierda y extrema izquierda contra el Gobierno de Rajoy, cuando este propuso subir la nota media para acceder a las becas públicas.

Decían los progresistas, y lo siguen diciendo, que los pobres tienen derecho a suspender y a sacar malas notas, y que eso debe ser sufragado con los impuestos de los ciudadanos, a fin de garantizar el mismo derecho que los ricos a vaguear y suspender. La situación de la meritocracia está exactamente en ese tremendo punto en España. Y con el sostén de jetas intelectuales del progresismo como Michael Sandel, ese profesor de Harvard que escribió «La tiranía del mérito», para solaz de todos los alumnos vagos de este mundo o para las Pilar Bernabés y Pedro Sánchez de las licenciaturas fake y las tesis plagiadas. Que seguro Sandel les encuentra alguna justificación, quizá la necesidad de salvar el mundo en lugar de estudiar, y es que esto es también Harvard, ahora que tanto la defienden algunos.

Hasta dónde llegará el descaro del Gobierno que la ministra Morant afirmó en una entrevista a principios del mes en El País que «cuando uno va al dentista, confía en que tiene un título universitario expedido en una universidad (…) hay que proteger al ciudadano de un posible fraude de calidad a través de los títulos universitarios». Menos si el fraude es cometido por los progresistas, en cuyo caso hay que proteger a los defraudadores, tal como ha mostrado Diana Morant esta semana con Pilar Bernabé o todo el Gobierno con su apoyo cerrado a la tesis plagiada de su presidente. Porque si suspender es un derecho de los pobres, plagiar y falsificar es un derecho de los progresistas.

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