Tragando sapos

Se envuelven con la kufiya palestina y ladran contra Israel, pero han dado la espalda a los saharauis, abandonados a su miserable suerte, en manos de Mohamed, por el mismo gobierno del que forman parte. Apenas salió un leve quejido de sus labios cuando Rabat desveló la carta que Pedro Sánchez envió con nocturnidad al vecino del sur. Callan porque no se llevan los presupuestos al Congreso, aunque dicen que discrepan. No han movido un dedo para forzar a Montero a cumplir la Constitución. Y callarán con el aumento del gasto en Defensa, aunque se bordee la ley o se incumpla abiertamente para evitar la votación en el Parlamento, aunque la compra de armas les provoque un sarpullido. Callarán, porque en el despacho, en la casa y el coche oficial, con un gabinete a su disposición, varias secretarias atentas a sus necesidades y secretarios de Estado y directores generales a sus órdenes, se vive francamente bien. Tanto, que no se han visto en otra mejor en su vida. Y saben que no habrá otra igual. De modo que amenazarán, pero, en el fondo, seguirán callando.

Si Pablo Iglesias apela a los del «No a la guerra», haciéndose fuerte ante una próxima convocatoria electoral que parece estar deseando, Sumar se limita a emitir su disconformidad. Subiendo más o menos el volumen, pero eso sí, con todo el respeto, no vaya a ser que moleste en palacio. A estas alturas, pretenderán hacer pasar por natural formar parte de un consejo de ministros que aprueba una decisión de hondo calado que no comparten en absoluto, pero ni dimiten ni forzarán al presidente a recabar el respaldo del poder legislativo. Una vez más, ahondando en su descrédito, intentarán cuadrar el círculo.

Tienen buen maestro. Pedro Sánchez se postuló como portavoz de la Unión Europea en el combate frente a Donald Trump y ha acabado armando un presupuesto de urgencia en Semana Santa, que María Jesús Montero tendrá que hacer pasar por bueno, para cumplir las exigencias que en la Casa Blanca impusieron a Carlos Cuerpo. Con al menos un tercio del gobierno en contra, con los separatistas exigiendo dádivas que ya no les puede dar, aunque lo hiciera gustoso y de espaldas al Parlamento para evitar que se visibilice su clamorosa debilidad, la legislatura ha terminado. El luto por la muerte del Papa le ha permitido pasar desapercibido, pero por muchas ruedas de molino con las que esté más que dispuesto a comulgar, no esconde ya sus alarmantes carencias.