Cartas al director
Liberales en apuros
Respecto al tema de los liberales en España es que siempre hemos estado en apuros, es decir, en posiciones muy incómodas, por situarnos en una especie de «centro atípico», que no una mera equidistancia, a modo de bisagra estéril entre los conservadores y los progresistas, de una derecha e izquierda más que encorsetada y, sobre todo, pasada de moda. Los liberales vamos por nuestra cuenta, defendemos principios y valores propios, procuramos huir de la radicalidad o del extremismo, nos gusta la moderación y el sentido común y, sobre todo, odiamos los frentismos, al mejor estilo liberal español representado, entre otros, por Ortega y Gasset o Gregorio Marañón, quien decía, por cierto, «el liberalismo es, pues, una conducta y, por lo tanto, mucho más que una política», conducta que nos aparta de esa manía de ser políticamente correctos en todos los momentos, dejarnos etiquetar en la lucha partidaria y, menos aún, aceptar eso que se conoce como la disciplina de partido o una lealtad basada más en lo sectario, en el buenismo o seguidismo al líder. En este sentido, los liberales no solemos caer bien en los esquemas de los partidos políticos y hay liberales en las tres formaciones de la derecha, desde la más conservadora hasta la, casi extinta, de centro, como Ciudadanos, pasando por el PP. Es curioso, hasta había, históricamente, socialistas moderados, como Prieto, que aludían a eso de «ser socialista a fuer de liberal». Un problema añadido para un liberal coherente en sus principios, en lugar de sus cargos. De ahí, la dificultad de sostener una política liberal en España, ahora y en todos los tiempos.