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Cartas al director

Crímenes de guerra

Cuando tratamos asuntos políticos, los que pertenecemos al mundo civil, nos llevamos las manos a la cabeza asombrados de los disparates que encontramos en los que «juegan» y se divierten siendo estadistas y vividores de ese mundillo y no solo se lo pasan bien, sino que intentan lavarnos el cerebro con una manipulación psicológica sistemática, para contagiarnos de sus abusos, vilezas y maldades.

Tristemente en el planeta no paran las guerras, como si se tratara de un deporte más, y siempre hay algunos desaprensivos, malvados, irresponsables, que toman la agresión como un entretenimiento para justificar su abuso de poder, su inutilidad y su incapacidad de hacer algo positivo por quienes dicen gobernar. Pero desde hace dos meses tenemos el acoso de un perverso gobernante que se aburría y le dio por desencadenar una invasión a un país que era libre y vivía en paz. Para ello, amenazó a todo el orbe libre occidental para intentar someterlo, hostigándole acorraló e invadió a Ucrania, con toda la fuerza militar que le fue posible, destruyó todo lo que encontraba a su paso y, lo peor de todo, empezó a matar. Sí, matar por miles a hombres, mujeres y niños que veía en refugios o en la calle. Clara actuación de un cruel asesino que actúa con la misma atrocidad y salvajismo que los que legislan para favorecer y liberalizar el asesinato de los niños no nacidos mediante el aborto, le llamen como quieran llamarle.

Pero me hace mucha gracia, pese a lo triste de esos hechos, que la irresponsabilidad de quienes juzgan tal comportamiento dicen de investigar si se han cometido crímenes de guerra: ¡pero insensatos!, ¿hay alguna duda de que este asesino de Putin y sus seguidores están cometiendo terribles crímenes? Me da igual que le llamen crímenes de guerra, como crímenes de paz, como crímenes de divertimentos. Son crímenes y atroces.

A ti, lector, seamos sensatos, seamos razonables y no otorguemos ni un ápice de indulgencia a quienes desprecian de esta forma a los seres humanos y sus vidas, tanto militares como civiles, mujeres como ancianos, niños nacidos o no. Si los mandatarios que tenemos son tan inútiles que no son capaces de parar estas armas, seamos los ciudadanos los que utilicemos los recursos que podamos para condenar este abuso de poder que nos impide vivir.

¿Hay algo más atroz, salvaje y repugnante que utilizar la fuerza para matar a seres humanos?

Pablo D. Escolar

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