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Cartas al director

De espías, zorras y gallinas

A menos de dos meses de la cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid, cuando la infame invasión rusa de Ucrania es cada vez más sangrienta y con Putin lanzando su repertorio de amenazas a Occidente, incluido el botón nuclear, la política nacional anda liada con el espionaje propio y ajeno. El hecho es que el secesionismo catalán, siempre al acecho, ha encontrado en el caso Pegasus una nueva arma para atacar al Estado español, al que pretende liquidar, y la emplea ahora contra el Gobierno de España, su socio de conveniencia. Ante el ataque, el Gobierno ha realizado una maniobra similar a la que efectúan las aeronaves de combate cuando se aproxima un misil enemigo: lanzan bengalas que «confunden» al misil dirigido por infrarrojos –valga el juego de palabras–. En este caso la confusión se busca por un lado publicando la vulnerabilidad de sus comunicaciones ante el espionaje extranjero en una suerte de MeToo, y por otro abriendo la comisión de secretos oficiales a los que persiguen acabar con el Estado español, entre ellos una tal Merche Aizpurua, condenada por apología de ETA desde las páginas de Egin, el panfleto que dirigía la banda. Es decir, es como si se hubiera dejado entrar a la zorra en el gallinero. Además, una parte del Gobierno exige que rueden cabezas de la otra parte y reitera su oposición a la OTAN, con lo que esto supone, en el momento actual, para la credibilidad internacional de nuestros excelentes servicios secretos. Por eso, aunque la maniobra funcione y el Gobierno consiga eludir el misil, lo cierto es que el Estado ya ha sufrido un daño que costará reparar.

Manuel Sierra

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