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Cartas al director

Carrero Blanco

Acabo de leer un interesante libro titulado Todos quieren matar a Carrero, del periodista Ernesto Villar, que resulta ser un thriller en el que todo es real. El almirante Luis Carrero Blanco desempeñó tareas clave en su momento, por lo que resulta necesario que se conozca un poco más a este santoñés ilustre. He aquí algunos apuntes:

Redactó en el año 1940, a petición del ministro de Marina, un informe recomendando la neutralidad española en la II Guerra Mundial, que gustó tanto a Franco y resultó tan decisivo para librarnos de esa guerra, que hizo que Carrero acabara convirtiéndose en subsecretario de la Presidencia y en su hombre de confianza. Fue nombrado vicepresidente del Gobierno en 1967 y presidente en junio de 1973. En su labor procuró limitar la influencia de los falangistas, promovió la modernización económica y administrativa del Estado y apoyó la planificación de la sucesión monárquica del régimen en la persona de Juan Carlos I.

Siendo Carrero vicepresidente se dieron en el seno del régimen fuertes luchas internas por el poder entre «juancarlistas» y «antijuancarlistas», en las que un sector falangista buscaba la caída de Carrero. Le consideraban el responsable de que hubiesen sido desplazados del poder y de sustituir a Alfonso de Borbón (nieto político de Franco) por el príncipe Juan Carlos, como futuro Rey.

El 20 de diciembre de 1973 Carrero fue asesinado por ETA. Un magnicidio nunca aclarado; Ernesto Villar insinúa que pudo ser encargado por el búnker del franquismo –resultó el más beneficiado–, la masonería o servicios secretos extranjeros. En una reunión de la plana mayor de la oposición al régimen de Franco, en el hotel Maurice de París, el exministro socialista de la República, Álvarez del Vayo, (fundador de FRAP y grado 33 de la masonería) dijo: «Pongan sobre la mesa mil millones de pesetas. Nosotros sabemos quién puede matar a Carrero». No queda claro si ese «nosotros» se refería al comunismo o a la masonería. El apoyo logístico de la comunista «Eva» Forest a los terroristas hizo pensar en los primeros. La frase de Franco: «Ha sido la masonería», en los segundos, ya que los distintos sospechosos tenían en común su pertenencia a esa sociedad. Algunos estudiosos sostienen que la CIA conocía los preparativos del atentado y que deseaba pilotar la transición.

En el entorno íntimo de Carrero era bien conocido que no le gustaba nada la política y que quería retirarse en cuanto Franco faltara. El almirante, que no pertenecía a ningún grupo, había entregado una carta al príncipe Don Juan Carlos en la que se comprometía a presentar su renuncia el mismo día en el que se lo pidiera.

Antonio Soler Ferrán

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