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Cartas al director

El afecto a la empresa

Es un tema arduo, pero real. Si una persona no se siente cómoda en la empresa, en el desempeño habitual de su trabajo, algo falla. Mantener vivo y eficaz el interés por la profesión conlleva el no abandonar esa ilusión profesional que le movió desde el inicio y, desde luego, trabajar con ilusión y esfuerzo.

Por otra parte, denunciar que el interés de la empresa no es, ni puede ser, exclusivamente material, económico. Hay aspectos de la vida de sus trabajadores por los que tiene que velar: sociales, jurídicos, morales y también afectivos. Tiene que dar motivos para que el trabajador le cobre afecto a su empresa: «La finalidad de la empresa no es solamente satisfacer necesidades materiales, sino alimentar la vida interior de los que trabajan en ella para que, como hombres completos que son, puedan ejercer sus talentos y gozarse en sus realizaciones» (Enrique de Sendagorta).

La empresa precisa de esos valores profesionales y morales y ha de procurar que éstos crezcan y fructifiquen en todos cuantos la forman. El hombre debe ser elevado por su trabajo, y esta elevación, cuya promoción es deber de la empresa, será también garantía de la mejora de ésta. Todo ello aparece muy especialmente cuando el hombre trabaja con otros, admira su obra, coopera y se esfuerza en la excelencia del fin común. Así el trabajador adquiere, desarrolla y eleva el afecto a su empresa.

Juan Antonio Narváez Sánchez

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