Cartas al director
Navidad y neopaganismo
Cercana ya la celebración de la Navidad, las ciudades y pueblos se iluminan y decoran con intensas y variadas notas de color, luces, abalorios decorativos, etc.
La ausencia casi total, en esos alumbrados públicos, de referencias cristianas que verdaderamente nos sitúen en el sentido de estas fiestas, es la característica más explícita, y que nos arroja luz sobre cuál es el punto al que hemos llegado.
Por todos es conocido el proceso secularizador en el que las sociedades occidentales cristianas están inmersas. Una consecuencia de todo ello es la propia celebración de estos días, en las que apenas nos deseamos pasar buenos días y felicitarnos, usando la frase «Feliz Navidad», la cual se ha sustituido por otra más neutra como «Felices Fiestas». Pero, ¿qué fiestas?, ¿las de Carnaval, la verbena de mi barrio, un triunfo deportivo?
La decoración de las calles y plazas no lo es menos, con numerosos detalles invernales, como simpáticos renos, coloridos cascabeles, estrellitas polares, etc., acentúan este frenesí de celebrar aquello que no moleste y nos una a otras realidades culturales, respetando en lo más estricto los cauces de lo políticamente correcto.
¿Hemos vuelto a un neopaganismo?, ¿celebramos nuevamente una renovada Saturnalia romana inspirada por los dictámenes de la cultura más progre? Lo digo por aquello de hacer regalos, reunirnos con familiares y amigos, encender velas y decorar las casas con plantas, como ya lo hacían los antiguos romanos, hace más de 2.000 años.
Es muy meritorio, como compruebo, año tras año, como en mi tierra, las hermandades y cofradías siguen aportando una magnífica pedagogía del sentido de toda esta celebración.
Por mi parte, Feliz Navidad a todos.