Entre Aldama y Lobato
Lobato tiene más escrúpulos que toda esa infecta cadena delincuencial que tan pronto revela secretos como pilla comisiones. También tiene más talla moral que sus homólogos, los barones díscolos, locuaces ladradores y nunca mordedores
Un millar de delegados se reunirán en Sevilla y el moderadamente honrado Lobato, tan cauto, tan quedo, es el que va a brillar. Será por el contraste con la negrura general de los que siempre callan y dejan hacer a los extremadamente corruptos. Sin embargo, lo que el discreto Lobato notará cuando llegue a la gran tenida sociata serán dos mil ojos de lobo en la oscuridad. Entonces un escalofrío le recorrerá la columna. De las miradas se puede pasar a los reproches y, dado el historial socialista en sus conflictos privados, que los reproches no acaben a bofetadas. Es el caso que Lobato, prudente, habrá acabado de declarar ante el Tribunal Supremo. O sea, que a nuestro hombre, reservado de natural, lo asaetearán. En Sevilla. Podría no ir, claro, pero una cosa es la mesura, que la trae de origen, y otra la cobardía. No tengo a Lobato por cobarde. Si estoy en lo cierto, se someterá paciente a su viacrucis hispalense, pues Sánchez lo quiere arrojar a la papelera y poner a uno con menos escrúpulos al mando de la PSOE madrileña.
De Madrid siempre tienen que esperar disidencias, disgustos y perfiles propios los líderes nacionales. Le pasa al socialismo desde antiguo, pero mira el PP: Esperanza Aguirre era el hombre fuerte cuando el partido blandeaba. Como lo es hoy Ayuso. En Génova disimulan y en las sucursales envidian, pero nadie ha olvidado cómo responde doña Isabel a la guerra sucia, a los intentos de asesinato civil de cuantos habitan en su entorno cercano. A Casado lo liquidó con una rueda de prensa; la misma bancada que se rompía las manos aplaudiéndole pasó a hacer como que no lo veía. A Feijóo le podría pasar lo mismo, por eso se guarda mucho de molestarla. Y así puede ella lanzar justísimas advertencias a los conmilitones que pastelean en el Parlamento Europeo a cuenta del premio a la siniestra Teresa Ribera, responsable de tanta muerte y destrucción. Creo que queda establecida la excepción de Madrid. En Madrid es donde pasan las cosas; los barceloneses somos provincianos crecidos. Madrid, en realidad, posee el único hecho diferencial relevante de España, sin tener que inventárselo como los pobres separatas catalanes. Volvamos a Lobato, el justo.
Yo habría puesto 'honrado' sin más en la primera línea. Le he arreado el adverbio por haber usado la cartita filtrada por el Gobierno, los fiscales y demás gente del bronce. Ahora bien, la cautela de Lobato, y el conocer los límites de Hacienda, le empujaron al notario. Del tenor concreto del acta ya nos informarán cuando se revele. Y si lo hace el fenómeno Entrambasaguas, incluso antes. Pero algo ya sabemos: Lobato tiene más escrúpulos que toda esa infecta cadena delincuencial que tan pronto revela secretos como pilla comisiones. También tiene más talla moral que sus homólogos, los barones díscolos, locuaces ladradores y nunca mordedores. De hecho, es probable que a Sánchez lo ultimen de forma inopinada entre Aldama y Lobato, tan sensato.