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Editorial

A Sánchez no le gustan los Estados Unidos de América

Aprovecha Albares para confirmar el reconocimiento que, en su momento, y por razones ignotas, hizo Sánchez de la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental. Mientras los mapas marroquíes siguen incluyendo a Ceuta y a Melilla como partes de su territorio

Actualizada 15:15

Los socialistas españoles nunca han tenido una particular devoción por los Estados Unidos de América. Incluso aquel que alguna moderación mostró al respecto, Felipe González, tuvo que ser amistosamente convencido por el canciller alemán, Helmut Kohl, para que España no abandonara la OTAN. No hace falta recordar la inusitada prisa que Zapatero mostró nada más llegar a la Moncloa para hacer llegar a Washington el horror que le producía la proximidad americana y gloriosamente consiguió ser el primer presidente del gobierno de España que nunca pisara la Casa Blanca. No hace falta subrayar lo que Sánchez nos muestra todos los días: prefiere pasearse por Pekín que por Nueva York.

Su torpemente agendada visita a China ha venido de nuevo a mostrar las inclinaciones que los socialistas del terruño muestran por la orientación de la política exterior de España. Cuando había sido perfectamente posible abrigarse con la señora Von der Leyen en los disgustos anti-Trump sin necesidad de suscitar de prisa y corriendo una visita entre los ministros de economía de aquí y allá que debió acabar como el rosario de la aurora: «conversación franca», dice la nota oficial, traduciendo lo que en diplomacia quiere decir la realidad de un encontronazo áspero. Que la misma nota redondeaba con la queja USA por la cortedad de la aportación económica española a la OTAN y la correspondiente a la aplicación de la tasa Google por parte española a productos tecnológicos americanos. La nota no tenía más de seis líneas. Y ninguna expresión amable, por elemental que pudiera haber sido.

Y no es que la manifiesta cortedad de la política exterior española, tal y como la define Sánchez y la ejecuta Albares, tenga hoy una especial visibilidad en la esfera internacional. La España del rampante socialismo está hoy en un callejón casi ignoto, del que sólo asoma para mostrar sus manifiestas cortedades. Lo de China, por ejemplo, ha servido para que los interesados en el tema, y seguramente inspirados por los vientos que provienen de la Casa Blanca, agiten banderolas y señalen consecuencias. Así, el Financial Times del 16 de abril de este 2025 ha publicado un revelador texto bajo el título «La base paradisiaca de los USA en alerta mientras que Europa se prepara para los cortes de Trump en la OTAN». La base en cuestión no es otra que Rota, que acoge permanentemente a 2.800 militares americanos, dedicados a cubrir una parte sustancial de los intereses USA y occidentales en el Sur de Europa y en el Mediterráneo. Pero que situada en el Sur de la España en la que gobierna Sánchez, y según el artículo del FT, pudiera ser total o parcialmente sustituida por un «país no europeo que pudiera ofrecer a los Estados Unidos similares buenos emplazamientos en el otro lado del Mediterráneo: Marruecos, del que se rumoreaba que ya había ofrecidos a los americanos alternativas a Rota». Y sentencia: «El Reino alauita reforzó su situación como aliado de Trump cuando en 2020 normalizó sus relaciones con Israel». Con una contundente consecuencia: «En la óptica de la administración Trump, habría mucho menos riesgo situando a las bases americanas en Marruecos que en España». La conclusión es terminante: «Si Sánchez sobreestimó la necesidad que los USA pudieran tener de Rota, las posibilidades de un Trump alarmado eran especialmente altas. Existe el peligro de que el gobierno español haya exagerado su influencia en el juego político con Trump y las cosas se vengan abajo».

Albares mientras tanto se dedica a cantar las excelencias nunca antes conocidas de las relaciones entre España y Marruecos diciendo que «nunca en la Historia» fueron mejores. Es ya la muletilla del ministro para tantas cosas y ahora respecto a las relaciones con Marruecos. Y aprovecha para confirmar el reconocimiento que, en su momento, y por razones ignotas, hizo Sanchez de la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental. Mientras los mapas marroquíes siguen incluyendo a Ceuta y a Melilla como partes de su territorio. Rara vez en la común historia han podido comprobar los españoles mayores cantidades de incompetencia y mal gobierno. Y de consiguiente incapacidad. Usque tándem abutere Sánchez patientia nostra?

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