Cartas al director
Hartazgo nacional
Se mire como se mire, se percibe una desafección social, un desencanto que empieza a manifestarse con claridad en toda España, estamos hartos de escuchar mentiras mientras cada día es más difícil llegar a final de mes. De algún modo queremos poner la mirada en un «después», es decir, en algo que nos saque de un presente caótico-multipolar del que ya nos hemos hartado. Porque ofrecer «cada día más de lo mismo o peor» no parece algo capaz de generar ilusión y aumentar adhesiones políticas. Basta con observar la realidad cotidiana para advertir que las ilusiones andan desinfladas, desangeladas y, sobre todo, desorientadas. Porque entre todos los elegidos nos han trazado un futuro confuso y desnortado con el que no es fácil congeniar. Sirva de ejemplo el show de una moción de censura fuera de lugar. Podría hacerse un análisis pormenorizado de todas y cada una de las fuerzas políticas del panorama nacional, pero esto ya lo vemos en las sesiones parlamentarias, en las que cada partido busca la suma de acuerdos que más favorezcan sus propósitos. Nada nuevo, sobre todo para quienes lo vemos una y otra vez sin ningún cambio formal o de fondo. Algo que, a buen seguro, continuará cuando menos hasta el final de la legislatura. El forjador de todas estas combinaciones de acuerdos y desacuerdos ha sido Sánchez, que no se cansa de reiterar sus prácticas, pero sería injusto decir que solo él es responsable de tal cantidad de entendimientos interesados o condicionados. Está claro que sus socios ocasionales o permanentes también juegan en cada caso en defensa de sus intereses. Algo que se repite con harta frecuencia para impedir el éxito del PP con o sin Vox. Cualquier ciudadano puede comprender un trapicheo ocasional, pero empieza a causar una seria fatiga intelectual que el chalaneo sea la opción preferente en cualquier circunstancia, para obtener un resultado que satisfaga a todos los concernidos por algo parecido a un acuerdo múltiple, hecho a base de concesiones y/o reformulaciones. No sé si los políticos introducen su cala en la sociedad para descubrir un cansancio que, antes o después, se traducirá en la demanda de menos artificios y más rigor. Entonces quizá sea posible restablecer los andamiajes de una sociedad sana y exigente con sus representantes sociales y políticos.