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Cartas al director

El doctor del engaño

las sorpresas ya no bastan. Estamos hartos de ellas, lo que queremos es tranquilidad, seguridad, sentido común y, sobre todo, que no nos engañen. Pero al menos hay una verdad mínima en el Dr. Sánchez. Que es como cuenta las mentiras. Solo en eso puedes confiar en él, porque reconociéndolo, sabe que no pretende engañarte, solo seguirle el juego. Palabra a palabra, nada más.

Como ladrillos en una pared, cada mentira va levantando un muro a su alrededor para ocultarse dentro y mantenerse a salvo. ¡O eso se cree! Lo sincero y lo real es emplear de vez en cuando hechos y no palabras, ladrillos de cristal que se vea, dejar abiertas las ventanas para que entre la luz en su cabeza y se vea lo que tiene dentro. En pocos años se ha construido su fortaleza para aislarse de la verdad volando, pero su peor enemigo es él mismo, vive en esa torre de ladrillo, donde convive con sus mil demonios. En ella procura mantenerse aislado, confiado en que todo es una fiebre pasajera para seguir mintiendo.

Y portar su cara de cemento, no solo de ladrillos se construye el muro y la trinchera. También el mercado del consumo del neocomunismo rampante y su nueva doctrina. La propaganda. Capaz de vender una burra volando y una honrada democracia simple, para engorde de la clase trabajadora para que también vivan ellas, la gavilla de corazones sangrantes de los violadores.

Pero pronto, todo empezará a nublarse porque ni ellas ni nadie más caben en ese palacio que habitan tantos fantasmas del engaño y la mentira. Ya no hay tiempo para él, que no predique la libertad, ni la igualdad y la fraternidad, que viva rápido, sin dejar ningún cadáver por el hambre.

Ya no te cree nadie, Dr. Sánchez, ni siquiera tus andares, te has aislado en el Falcon de gran consumo para volar muy alto, con mando a distancia para creer verlo todo y no ver nada, por farsante…

Maximo de la Peña Bermejo

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