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Cartas al director

Dos epidemias

Existe una España real que late y se manifiesta contra la demagogia que la izquierda distorsiona sus demandas y problemas. El interés general no es precisamente lo que aparece en una agenda institucional de este doble Gobierno. La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico y solucionarlos. Si los remedios se aplican mal y son equivocados los problemas se agravan. Tenemos dos epidemias, la sanitaria y la económica. La primera por no mencionar el país y el régimen que está infectando el mundo. Activado el rodillo censor de «cárcel y muerte». Es lo que tiene el comunismo, meter miedo al mundo para dominarlo por las buenas o con la muerte de un virus. Y nadie se atreva a ponerle veto. China es la fábrica global del comunismo, donde una parte del Gobierno que tenemos lo aplaude.

La segunda, por un aumento descomunal del gasto público sin control, el mayor número de políticos y administraciones inútiles de toda Europa. También creado por el socialcomunismo.

La opacidad china aumenta el misterio, creando una epidemia, consecuencia de la globalización o globalismo, que es un movimiento esclavista de la humanidad, promovido por una oligarquía económica, cuya expansión se ejerce en todos los sectores que manejan todo el mecanismo de la legislación y de la información. En un «Estado servil», donde unos pocos, muy pocos, pueden dominar.

La globalización actual es la consecuencia del movimiento del capital especulativo conseguido con la explotación del ser humano sin libertad. Los pueblos que están amenazados, vuelven al despotismo para su salvación, que es lo que se ve en los sudores de esa ideología de pancarta, de crimen y miseria, que es el comunismo.

No es posible que España se resigne a la mediocridad y al sectarismo. Lo peor de un gobernante no es su incapacidad. Lo verdaderamente peligroso es que con su pregón vacío de contenido real, crea unas consecuencias nefastas para la población. Desorientación, incertidumbre y miedo. Ahora la sensatez y la prudencia motivarán arrepentimientos ideológicos tardíos. Por el bien de la humanidad...

Maximo de la Peña Bermejo

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