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Cartas al director

Salarios frente a beneficios

Antes de que se caliente aún más la primavera, que bastante calurosa viene con el aumento de temperaturas y la sequía, convendría que se serenasen los ánimos y se impusiera el diálogo y la cordura. Porque nada se logra agitando el debate, sin argumentos ni razones y obcecándose, cuando la realidad muestra otro escenario. Las huelgas y movilizaciones a la vuelta del verano, por el bloqueo de los convenios colectivos, van a perjudicar tanto a trabajadores como a empresas, y de ahí que lo ideal sería evitarlas. Y eso se hace atendiendo a las peticiones de mejoras salariales. Y alcanzando un equilibrio. Se reclama una subida del 4,5 % y del 3,75 % para este año y el próximo con una cláusula de revisión que tenga en cuenta la inflación y los beneficios empresariales. Nada del otro mundo. Ya que la inflación, esa con la que nos desayunamos todos los días, está causando estragos irrecuperables en las economías familiares. Porque, mientras el pasado año los salarios subieron un 2,8 %, la inflación lo hizo el 8,4 %, con la gravedad de que en los alimentos se disparó hasta rozar el 17 %, aunque vemos productos concretos que han subido un 30%. No hay que ser matemático para saber lo que esto supone. De los 38 países de la OCDE, solo hay ocho en los que el salario real de los trabajadores cayera más que el español. Y el Banco de España, que no es precisamente bolivariano, constató que los beneficios empresariales crecieron siete veces más que los salarios. Otro par de datos. El trabajador español perdió casi 700 euros de poder adquisitivo en dos años. Y hoy, su poder de compra es un 7,6 % inferior al del 2010.

Aclarando, hoy tiene bastante menos capacidad de compra que hace trece años. Cierto que las empresas son el gran patrimonio de cualquier país.

El mecanismo para la creación de empleo, del progreso económico y del bienestar social. Pero también, y no menos, lo es la clase trabajadora. Y por eso resulta difícil de entender la situación a la que se ha llegado después de alcanzar el acuerdo para la reforma laboral y los pactos sociales durante la pandemia, que posibilitaron los ERTE. Y ahora viene la de la eterna sonrisa anunciando que hay que conseguir reducir la jornada laboral sin tocar los salarios, apañados estamos.

Genaro Novo

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