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Cartas al director

¿Qué es una empresa?

Muy interesante la reciente intervención del consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, en el Foro de Actualidad de El Correo. Sintetizó las, a su juicio, claves de intervención energética, arrojando luz a la ciudadanía en este sector. Y lo hizo exponiendo su incertidumbre en relación con la, a su juicio, errónea apuesta sustancial por la electrificación, el orillamiento de la energía nuclear, la exclusión de la prospección gasística en España, o la nula competencia entre las diferentes alternativas de descarbonización. Fue además contundente en su apuesta por los combustibles sintéticos y el hidrógeno verde, además de franco en las expectativas suscitadas con éste último, respecto a su aún incipiente desarrollo. En lo que no me convenció fue en su apasionado alegato del empresariado, como aportación casi exclusiva al estado de bienestar y a la calidad de los puestos de trabajo. Rechazó las recientes medidas fiscales que a su entender castigan la creación de empleo. Restringir la empresa al capital y a la visión empresarial me parece una muy pobre lectura. Son aspectos desde luego sustanciales, pero una empresa va mucho más allá. Está apoyada en todos y cada uno de los elementos que la configuran. Minimizarla a su junta directiva y accionistas es una visión imprescindible, pero realmente pobre, además de anacrónica. Ignorar, como lo hizo el Sr. Imaz, a los trabajadores de la empresa; esquivar su motivación y su compromiso como parte fundamental es tan ruin como desentenderse del liderazgo empresarial. Criticar otra forma de fiscalidad que desborda la empresa para adentrarse en lo colectivo y lo social, es tan rácano como pasar por alto la redistribución de la riqueza. La creación de empleo es un valor trascendental, Sr. Imaz, que los ciudadanos sabemos reconocer en su justa medida. Pero no esgrima en exclusiva el resultado final empresarial, el cual trasciende su empeño, para afectar a todos y cada uno de quienes en él participan. Reconocerles un salario justo debería ser anhelo permanente, omitido por desgracia en la inmensa mayoría de los certámenes empresariales. Capital, y también trabajo, son los dos factores determinantes de cualquier empresa que pretenda merecer, Sr. Imaz.

Enrique López de Turíso

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