Cartas al director
El kit del diputado
Comienza el mes del «cerrado por vacaciones», salvo en la Cámara Baja donde están ya preparados para recibir a los flamantes nuevos diputados que tendrán que recoger durante la primera quincena su lote de servidor público: un maletín de cuero con la maltrecha Constitución en su interior junto a unos resplandecientes iPhone 14 Pro e iPad de alta gama.
Además de un sueldo base cercano a los 45.000 euros que se verá casi duplicado al formar parte de las múltiples e ineficaces comisiones que se constituyen en el Congreso. A tan escasos emolumentos se les añaden dietas, aparcamientos preferentes, taxis y peajes gratuitos, importante esto último dado el compromiso firmado con Europa para reducir deuda que obligará al resto de los españoles a pagar por circular.
Como jueces, médicos, profesores o policías, los diputados son servidores públicos. Pero vemos que el trato es bastante dispar. Me explico: los primeros para acceder a la función pública deben pasar exigentes procesos selectivos, no son elegidos por simple sufragio universal. Finalmente, cuando juran su cargo no se les hace entrega de ningún pack, sólo se les recuerda la labor tan trascendente que su buen desempeño representa para la sociedad. Y sus ingresos siendo bastante más ínfimos no se complementan con ninguna de las anteriores prebendas, como es lógico.
Resulta llamativo la impasibilidad con la que afrontamos estos aberrantes tratos de desigualdad manifiesta y cómo no nos rebelamos ante noticias como «España no puede asumir el elevado gasto en pensiones».
¿Realmente estos privilegiados servidores públicos y sus innumerables comisiones no encuentran la receta para mantener las ridículas pensiones de sus conciudadanos, pero se siguen aprobando subidas salariales y lotes tales con una deuda cercana al 113 % del PIB?
Quizás haya que comenzar por prescindir de ciertos excesos dado el contraproducente resultado, en la mayoría de los casos, y garantizar que todo trabajador a su retiro disfrute de una merecida pensión digna. Un buen servidor público estaría más preocupado por lo anterior que por retirar el kit del diputado.
La jura o promesa de acatamiento a la Constitución de la segunda quincena será otro cantar, no exento de más dislates. Igual nos beneficiaba más que el Congreso también cerrara por vacaciones.