Cartas al director
La lengua como arma arrojadiza
Recuerdo que en la primera Diputación Foral de Bizkaia constituida democráticamente en 1979 había un diputado perteneciente al PNV que siempre comenzaba sus intervenciones expresándose en euskera. Luego indefectiblemente continuaba así: «Decía …» y seguía hablando en castellano, explicando lo que había dicho en euskera. De esta manera constaba en acta el correcto sentido de lo que quería expresar. Su respeto por ambas lenguas era evidente. Él era consciente que Bizkaia era un comunidad plural y mostraba siempre su máxima consideración por las dos lenguas habladas en el territorio histórico. Eran otros tiempos.
Me ha venido este recuerdo a cuenta de la polémica surgida sobre las lenguas en el Congreso de los Diputados. Y vemos que lejos de tener un máximo respeto por las lenguas habladas, como lo hacía el diputado de Bizkaia mencionado, algunos diputados del Congreso utilizan exclusivamente la lengua propia de su comunidad autónoma como arma arrojadiza, evitando a propósito hacerlo en castellano, y siendo necesario el servicio de traducción. Estas personas demuestran con esta actitud una desconsideración hacia la mayoría de sus compañeros que no hablan su lengua, hacia los ciudadanos que le estén viendo, así como hacia el castellano que es la lengua que entienden todos los diputados del Congreso y todos los ciudadanos. Si su comportamiento siguiera el ejemplo que he mencionado anteriormente otro gallo nos cantaría y se evitaría además un costo innecesario.
Pero esta falta de consideración con la lengua común plantea otro tema de gran importancia. Me refiero a los problemas de tipo jurídico que la traducción puede plantear ante los tribunales de justicia en el caso de una impugnación que se realice sobre un texto aprobado por el Congreso. ¿Cuál es el texto aprobado en el hemiciclo, el del idioma de que se trate o el de su traducción? ¿Sobre qué texto decidirán los jueces, en caso de conflicto, sobre el original expuesto o sobre la traducción aprobada en el hemiciclo? ¿En caso de discrepancia sobre una interpelación y su traducción, cual de ellas se tendrá como referencia? Con buena voluntad todo tendría solución, pero, ya lo dice el refrán: no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y en esas estamos. Penoso y triste.