Cartas al director
¿Fiesta de Halloween?
El sentido religioso de Halloween era similar al que en la liturgia de la Iglesia Católica tenían y tienen las vísperas que realzan las grandes solemnidades y en este caso concreto la tarde que precede a la Solemnidad de Todos los Santos (fiesta de gran regocijo) y a la Conmemoración de todos los fieles difuntos, es decir, participar de la alegría sobrenatural de la que gozan los santos junto a la Trinidad Beatísima y la de rezar por aquellos que se purifican antes de entrar en el reino de los cielos y a quienes podemos ayudar con nuestra oración y con la aplicación de las indulgencias que la Iglesia tiene establecido. Halloween es pues una celebración con sentido mortuorio, de ahí las muy diversas alusiones carnavalescas y de mal gusto que se representan.
Existen tradiciones que sitúan el origen de esta celebración en Irlanda y en la antigua Germania. Tradición que fue degenerando en un mero alboroto callejero. Y es que la muerte siempre impone respeto y se trata de esquivar su recuerdo y su presencia. Lo que sí es evidente es que siempre estuvo ligada a los difuntos y centrada en estos dos primeros días de noviembre en los que se depositan flores y se encienden lamparillas votivas sobre o junto a las tumbas de los seres queridos y de esta forma expresar el recuerdo y el cariño hacia ellos. La visita a los cementerios se concentra en el día 1 de noviembre con el objeto de que el día 2 ya amanezcan las lápidas homenajeadas y tener, así, oportunidad de asistir a las numerosas Misas que se ofrecen en tantas iglesias para implorar la Misericordia Divina en favor de los difuntos. Oraciones bidireccionales, pues los mortales rezamos por ellos y los difuntos velan por nosotros. Y esta es la manera más eficaz y provechosa de celebrar Halloween.