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Cartas al director

Olé por nuestra Reina

Las instituciones se consolidan por la agregación de pequeños episodios que las humanizan y las hacen populares o respetables. Por eso hoy quisiera darle importancia a un acontecimiento menor, como ha sido el reciente recitado de un rap del cantante El Chojin por la reina Letizia en la celebración del día de la Salud Mental. Para mí, equivale como símbolo al célebre discurso del «puedo prometer y prometo» de Adolfo Suárez. Digo «como símbolo», porque lo que en junio de 1977 dijo el presidente y aspirante a presidente no pasaba de ser el resumen de sus promesas electorales. Lo que acreditaba su valor era aceptar la forma que le había escrito su redactor: hasta siete veces repitió «puedo prometer y prometo». Había que ser muy valiente para ponerse ante las cámaras de la única televisión de entonces y leer la reiteración tal como estaba escrita. La valentía fue probablemente la gran clave del éxito que todavía se recuerda de aquella pieza oratoria, que si no me equivoco le redactó Fernando Onega, padre de la reciente Premio Planeta, Sonsoles Onega. El mérito de la reina Letizia ha sido saltar por encima de las normas no escritas sobre los discursos oficiales. No buscó un clásico testimonio de autoridad de algún sabio científico sobre algún aspecto de la enfermedad mental. Buscó la emoción del testimonio de un poeta, que tampoco resulta fácil encontrar en los libros, entre otras razones por su escasez. Y para hacerlo, es preciso conocer esos versos, haberlos oído o leído muchas veces, saber quién es y qué supone su autor. Dicho de otra forma: la reina Letizia ha demostrado tres cualidades. En primer lugar, al recitar el rap de El Chojin, demostró que es una mujer que está al tanto de lo que se escribe en esa literatura sonora que a veces se despacha y simplifica calificándola como «de barrio». En segundo lugar, una notabilísima eficacia comunicadora, porque el impacto de su gesto ha sido muy superior a todo lo que había dicho en discursos anteriores. Y, en tercer lugar, ha demostrado que es una mujer de su tiempo. Para su labor de consorte y para su labor futura de reina madre, tampoco es una mala seña de identidad.

Genaro Novo

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