El sueño es el olvido

El ya otra vez presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no ha podido hacer mejor fichaje para su insufrible Ley de Amnistía que una anestesióloga: la nueva ministra de Sanidad, Mónica García.

De los conocimientos de esta, al parecer, más activista de ultraizquierda que médica, Sánchez sacará el máximo provecho, y tratará de aplicar por su cuenta sobre el «paciente español» –aunque cada vez menos paciente– los destilados éteres de la demagogia.

Y ello para producir los efectos narcóticos deseados. Entre otros: 1) neutralizar la irritación moral que al ciudadano le provoca esta nefanda ley –«analgesia»–; 2) generar la pérdida de reflejos: las protestas, tan pacíficas como masivas, en las calles de toda España –«inmovilidad»–, y, sobre todo, 3) producir un estado de «hipnosis» o inconsciencia que nos haga aceptar el «relato» –¡maldita palabra!– consistente en que lo que, hasta hace nada, era negro de toda negrura para el propio Sánchez y sus exégetas, ahora sea de un blanco inmaculado. A saber: el golpe constitucional de Puigdemont y sus secuaces en el año 2017, transmutado en un límpido ejercicio de autoafirmación ciudadana, arbitraria y cruelmente perseguido –«lawfair»– por los pérfidos poderes, especialmente judiciales, de un Estado opresor.

«Ley de Amnistía»… o «el sueño es el olvido»: preciosa frase literaria que, en la mente de Sánchez y en sus escalofriantes carcajadas de malvado personaje de cuento infantil, se convierte en una amenaza muy pero que muy real, de la cual deberá estar permanentemente vigilante el verdadero héroe de esta historia: el pueblo español.