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22 de septiembre de 2024

Cartas al director

San Juan de la Cruz

San Juan de la Cruz tiene la manera y condición de ser actual porque su santidad, mostrada a través de su vida y de sus escritos tienen como fruto la perennidad. Constantemente se podrá encontrar algo novedoso en ellos y lo que es más siempre habrá una ráfaga de su espiritualidad que nos incite a cada uno de los creyentes. Su poesía y su prosa tienen la actitud y la cualidad de poder aletear en el espíritu de creyentes y no creyentes porque es universal.

Lugares como Fontiveros (Segovia), Salamanca, Segovia, Granada, Úbeda (Jaén) y otros muchos, fueron sembrados con su presencia, y esta presencia dejó una huella de su santidad que el paso del tiempo se encargó de fructificar.

Santa Teresa de Jesús le llamaba «mi Senequita», por lo sentencioso en el hablar y en el decir: «Si quieres que en tu espíritu nazca la devoción y que crezca el amor de Dios y apetito de las cosas divinas, limpia el alma de todo apetito y asimiento y pretensión, de manera que no se te dé nada por nada; porque, así como el enfermo, echado fuera el mal humor, luego siente el bien de la salud y le nace gana de comer, así tú convalecerás en Dios si en lo dicho te curas; y sin ello, aunque más hagas, no aprovecharás». Es una muestra de ese afán suyo, de ese empeño, de ese deseo vehemente de hacer o conseguir un algo que no es sino Dios, y para ello hay que desprenderse de todo aquello que pueda ser un impedimento; llenarse completamente de «nadas», para que Dios tome posesión del «todo».

Juan Antonio Narváez Sánchez

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