La encrucijada del odio

El día 30 por la tarde nos fuimos a ver los belenes. Por cierto, cada día son más espectaculares, excesivos en palacios y castillos grandilocuentes con grandes jardines e incluso surtidores de agua. Por cierto, soy un gran defensor de los belenes clásicos, año tras año, he ido haciéndolos, en peñas, y distintos ámbitos de mi tierra cordobesa. Llevo años haciéndolo en mi casa.

Estando en mi domicilio ya de noche. Me enfrasqué en ver una película. La historia más grande jamás contada. Nunca vi a tatos cineastas juntos, con una puesta en escena de Jesucristo desde que nació hasta ser crucificado en la cruz. En uno de sus paisajes, hubo una escena que me sobresaltó de tal manera que, no pensaba ver a Jesús entrando en el Templo, con todo boato y esplendor había unos mercaderes vendiendo todo lujo de supercherías no propias de un templo. Arremangándose la túnica y empezó a derribar los tenderetes en el suelo dando patadas a todo cuanto tenía delante. Fue un acto violento reflejado en su cara. La encrucijada de este odio y rencor se dibujaba en su cara.

España está engañada, sometida y arriando bandera blanca por este «reyezuelo» llamado Felón. Cualquier día nos sale un remedo, ni corto ni perezoso, como hizo Jesús en su entrada al templo, dando patadas, destruyendo sin dejar piedra sobre piedra.

Cualquier día, se contará otra historia, pero, con el mismo anuncio: la historia más grande jamás contada. Este reyezuelo nos está marcando este odio, nos está metiendo en una encrucijada difícil de salir. Jesús dijo: «Dios mío, perdónalos porque no saben lo que hacen». La verdad es que, este Sánchez no tiene la bondad reflejada en su cara, éste sabe lo que hace.