Cartas al director
El campo se subleva
Las protestas del sector agrario a nivel europeo han llegado, como era de esperar, aquí. Llueve sobre mojado a remolque de iniciativas políticas que mayormente vienen de Bruselas, algunas de las cuales parece que se echarán atrás. En cualquier caso, para acabar de arreglarlo, la sequía añade una guinda de gravedad sobre el pastel de los problemas crónicos de precios, costes, regulaciones crecientes, burocracia, competencia desleal de países extracomunitarios, y demás.
Mientras tanto, y como consecuencia de una crisis que parece que no tenga fin, el sector no para de perder agricultores y ganaderos tradicionales, para pasar a tener una estructura empresarial y ocupacional parecida al resto de la economía. Nada que ver con aquella que pasaba de generación a generación. El campo se ha transformado, poca gente quiere hacer de payés, no es atractivo para la juventud y los que quedan se van haciendo grandes y/o se retiran. Los que en otros tiempos hubieran sido el relevo, o no han entrado en la dinámica o se han fugado del sector. Lo han hecho básicamente por tres motivos:
1) por la falta de necesidad, simultaneáda con la posibilidad de acceder a una infinidad de otras salidas profesionales; 2) por los cambios en la cultura del esfuerzo, que ahora es contrario a los trabajos físicos, las incomodidades climáticas, los horarios inconvenientes, entre otros; 3) el rechazo al riesgo económico que comporta el oficio, que siempre se mueve en entornos de producción y de mercados inestables.En paralelo, en el sector se produce otro fenómeno como es el aumento continuado de productividad debido a factores como la mecanización o las mejoras técnicas en las explotaciones, que hacen que una persona pueda gestionar muchas más hectáreas y más reses que antes. Así, cada vez hay más agricultores y ganaderos que son pequeños empresarios parecidos a los que nos encontramos en otros sectores, con asalariados que no requieren de calificaciones especiales. Como a los locales no les interesan los trabajos que se ofrecen, la gran mayoría son inmigrantes. Lo que personalmente en otros tiempos pensaba que ayudaría a atraer trabajadores de aquí, como la implantación de un salario mínimo interprofesional digno, no ha servido para corregir esta tendencia. Realmente, en el contexto de las protestas de estos días, no está de más constatar la profunda transformación que ha sufrido la agricultura tradicional, una gran olvidada de nuestras administraciones. La importancia estratégica del sector y su contribución a la cohesión territorial y social bien merecerían mayores esfuerzos públicos.En los lineales de los supermercados podemos observar la procedencia de las frutas y verduras,la mayoría son de importación.