Cartas al director
El rapto de Europa
Puede parecer una idea aburrida, lejana y agotada. Pero «Europa» existe, funciona a toda máquina y con todos sus defectos ha generado el mejor periodo de paz de nuestra historia común. El 9 de junio debemos votar atentos a los problemas que nos acucian para que el futuro Parlamento y la Comisión actúen. Con nuestras papeletas podemos definir un cambio de rumbo optimista. Las necesidades inmediatas se nos imponen, mal que nos pese.
Huir de Europa no las hará desaparecer. Juntos hemos demostrado ser más resilientes. Entonces, ¿Qué hacer? Debemos controlar la inmigración y las fronteras exteriores con equidad en beneficio de la población residente. Acrisolar requiere afecto y mesura. Debemos encauzar la revuelta contra el «pacto verde», –simbolizada en la prohibición de los vehículos de combustión–, exigiendo la revisión desapasionada de su calendario y su método: un salto precipitado al coche eléctrico es un sinsentido económico, social y ecológico cuando faltan estaciones de recarga, una red universal integrada, abundante electricidad descarbonizada y una producción europea capaz de competir con los fabricantes chinos.
El mercado único y las empresas europeas requieren una protección inteligente ante el renacimiento industrial estadounidense y el dumping chino. Hacer frente a los retos del envejecimiento, fomentar un nuevo baby-boom, encarar la necesaria reindustrialización, lograr la indispensable revolución digital, culminar una transición ecológica ecuánime y atender a un rearme defensivo inexorable impone a su vez completar la unión bancaria, enterrar nuestra aversión al riesgo y reforzar consecuentemente nuestros mercados de capitales. Lo enumerado hay que pagarlo. La financiación exigida se cifra en alrededor de medio billón –con b– de euros anuales. Hemos de poder generarla creando riqueza con emprendimiento y empuje en vez de redistribuyendo pobreza mediante la deconstrucción de nuestro tejido económico. En fin, hemos de votar con ilusión por una Europa nuestra, de todos, en vez de aceptar una Europa a la que se secuestra, por algunos.