Cartas al director
Recordar el pasado
Cabe plantearse si en las escuelas o en las universidades pueden renegar del pasado reciente. ¿Por qué? Si no sabemos de donde venimos, cómo vamos a saber a dónde vamos. Solo pido que se recuerde el valor del pasado compartido, para construir el futuro. Solo así, España podrá seguir siendo un gran proyecto común.
Debemos volver al recuerdo de dos sucesos ocurridos hace 27 años y que, de una forma deliberada y por motivos políticos, una parte de la sociedad española desconoce. No quieren que se conozca, ni se hable, ni se enseñe. Uno fue: la liberación de un trabajador, José Antonio Ortega Lara el 1 de julio de 1997, tras 532 días con sus noches de cautiverio, querían que se fuera muriendo lentamente, de miedo y de hambre. Su delito: ser español. El otro: el asesinato «con hora fija» y a sangre fría de un joven demócrata, Miguel Ángel Blanco 12 días después. Su delito: ser español y creer en la democracia.
Más que recordar la maldad sin fisuras de aquellos criminales, se debe explicar y enseñar a las generaciones (por edad) que no lo sufrieron para que nuca se repita. Si el mal del ser humano no se explica, se repetirá. El bien no necesita explicación, solo recordar cómo la sociedad española se echó a la calle y se inundaron de gritos de dolor y de lágrimas. Alzo las manos blancas y exclamo: ¡Basta ya! «asesino, escucha aquí tienes mi nuca». Mira mis manos, no tienen sangre.
¿Hoy, que queda de aquellas palabras y manifestaciones, de aquella sociedad dolida y agredida en sus corazones? Si no se enseña a las nuevas generaciones, nada. El tiempo no lo borra todo, no lo sustituye con «consignas» populistas para el olvido o para cambiar la historia real, según convenga.
¿Qué pasa, que nadie alza la voz por el deterioro de nuestra conciencia? ¿Y la corrosión de nuestro sentido histórico? No quieren que se sepa. No querer saber es peor que ignorar. Y pactar con la maldad, es la mayor traición a una sociedad dolida y humillada. Que cinismo…