Cartas al director
Para mis amigos de Vox
Tengo bastantes amigos en Vox y confío en que mis análisis independientes no enturbien esas amistades, al menos no es mi intención. La actitud de Abascal de romper sus pactos de gobierno con el principal partido de la oposición y más votado en las elecciones generales y europeas es cuando menos un error de estrategia, motivado exclusivamente por la presión que desde su derecha ha venido a ejercer el tal Alvise, un personaje que parece ha surgido del Pleistoceno, y lo ha fundamentado en una decisión que demuestra su anticonstitucionalidad y su falta absoluta de sentido humanitario contrario a la cultura europea.
Es anticonstitucional porque el artículo 2 de la Constitución establece la solidaridad entre las regiones y la Comunidad Canaria precisa la ayuda solidaria de las demás autonomías. Y carece de humanidad porque esos menores que Abascal se niega a admitir en las comunidades en que gobernaba tienen que ser atendidos legalmente como personas en formación y no ser devueltos a países de los que han huido por la situación insostenible en que se encuentran.
Por otra parte, sus justificaciones eran puramente demagógicas y decir que los votantes del PP se han visto estafados por admitir 347 jóvenes entre todas las comunidades gobernadas por el PP es una solemne memez, como decir que Feijóo ha obligado a los presidentes de las comunidades a acoger a los Menas, cuando más lógico es pensar en que quién ha obligado a sus gobernantes a la dimisión es Abascal, ya que pierden sus importantes sueldos.
Las repercusiones están por ver. Sánchez se ha alegrado, pero pierde el báculo y su apoyo en «que viene la extrema derecha»; el PP tiene la posibilidad de gobernar en minoría sin el chantaje continuo de Vox. Y ya se sabe que en el futuro la política hace extraños compañeros de cama.