Venezuela, paradigma del socialismo en acción

El reciente pucherazo en las elecciones en Venezuela, donde Maduro ha impuesto un resultado en contra del veredicto popular, es un buen ejemplo de la imposibilidad de que haya un sistema democrático en un régimen del socialismo real. Todo el mundo sabía que era imposible que el dictador venezolano reconociera que había ganado el líder opositor por un 70 % frente a su ridículo 30%. La negativa a entregar las actas electorales es la prueba definitiva del pucherazo. En España, también aconteció en las funestas elecciones de febrero del 36, donde llegaron incluso en algunas provincias a quemar papeletas de votos y falsificar actas de escrutinio para impedir que la coalición de derechas ganará escaños, impidiendo una mayoría absoluta del Frente Popular.

Tal fue el escándalo, que el presidente de la Segunda República, Alcalá Zamora, se negó a reconocer tal atentado a la legalidad y fue destituido de su cargo a través de una interpretación manipulada de la Constitución republicana. El asalto a la democracia, en palabras del hispanista Stanley Payne, llevó al desastre de la democracia y a la guerra civil, no tanto el golpe de Estado de algunos militares. En Venezuela, la oposición ha llamado al auxilio de las fuerzas militares y desgraciadamente podría terminar también en un baño de sangre. El socialismo es incompatible con la democracia, algo que no lo afirma el que suscribe esta carta, sino que es una cita textual del líder del PSOE en el año 36, Francisco Largo Caballero, mucho antes del 18 de julio.

Venezuela es en 2024 el ejemplo de que aún se producen estos ataques al sistema de libertades y a la democracia por parte de ideologías del populismo de ultraizquierda y de lo que se conoce como el socialismo del siglo XXI, que en España lo representa Pedro Sánchez.