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Cartas al director

¡Pobres tortugas!

A partir de los 15 años las tortugas marinas alcanzan su madurez sexual y entonces, cada tres o cuatro, regresan a desovar en los mismos lugares donde nacieron. Ahora, acuciadas por el calentamiento global, las tortugas mediterráneas –boba, verde y laúd– se ven forzadas a cambiar aquellas idílicas playas orientales de finas arenas de Chipre, Grecia y Turquía, donde vieron la luz por primera vez y con menor presión humana, por las no tan tórridas pero concurridas playas de los superpoblados litorales de España, sur de Italia y Francia que están en temporada de máxima afluencia turística al coincidir con el periodo de desove. Y, aunque se organicen dispositivos especiales para velarlas y custodiar sus huevos –muy idílico–, surgen dudas: ¿qué ocurrirá cuándo en lugar de unas decenas de ellas vengan millares a desovar? ¿Seguirán las autoridades poniendo tanto celo?

Me temo que un día no tan lejano, alguien clavará su sombrilla en la soleada orilla del mar y, asombrado ante la poca firmeza del suelo elegido, extraerá la contera chorreando tortilla de tortuga con arena de playa.

Miguel Fernández-Palacios Gordon

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