El colchón de Moncloa

A todo esto, cuando la vida humana ha perdido la cuenta de lo que lleva y ni el padre Carreira, un sabio, da razón exacta del origen, llega a este mundo, no antes, sino después de sopesar la densidad del nuevo colchón de la Moncloa, un tal Pedro Sánchez, que tiene por compañera a su enamorada Begoña Gómez, y es ésta la que después de descansar en el colchón que sustituyó al de Rajoy, cae en la cuenta de que todo lo que ha vivido la comunidad en la historia necesita innovación, algo que altere el normal devenir de las horas, los días, meses y años. Y como ha conocido en Benasque, un lugar cercano al Olimpo, a un empresario zoquete, tan académico como ella, que llaman Barrabés, no se le ocurre mejor idea que en el « do ut des» de la contratación, ella dará un máster en la mejor universidad madrileña para alumbrar ideas, innovar, y él recibirá, presuntamente, las gracias que se desprendan de la omnipotencia de su esposo.

Y es ahí cuando el juez Peinado, que tiene apellido de un magnifico coñac de Tomelloso, tiene que analizar el grado alcohólico de esos manejos, y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.