Cartas al director
Angustia
Después de la tempestad, debería llegar la calma. No es el caso de los afectados por la DANA. La cifra de fallecidos aumenta con el paso de las horas; el número de desaparecidos sigue siendo incierto; y muchos pueblos y aldeas permanecen incomunicados o sin suministro de luz y agua. Muchas personas aún intentan localizar sus vehículos. La magnitud de esta tragedia es tal que la línea férrea entre Madrid y Valencia tardará tres semanas en volver a estar operativa. La angustia, el estrés y la incertidumbre son ahora parte del día a día de miles de ciudadanos gravemente afectados por la DANA. A esta difícil situación se suma la preocupación por las indemnizaciones económicas para cubrir los daños materiales, sin un plazo claro para que lleguen a las cuentas de los afectados.
España no es un país que destaque por «correr» cuando se trata de ayudar a los ciudadanos a rehacer su vida material tras este tipo de tragedias. Tampoco el Parlamento Europeo. En este octubre de 2024, la institución ha aprobado una ayuda de 1.000 millones de euros para los afectados por las inundaciones de 2023 en Eslovenia, Italia, Grecia, Francia y Austria. La Administración, tanto nacional como comunitaria, sigue demostrando la validez de la frase «las cosas de palacio van despacio», incluso en un mundo digital y de prisas. Hoy, la angustia, ya sea por la pérdida de personas o de bienes, es la primera noticia nacional. Sabemos que algunas pérdidas son irreparables, mientras que las ayudas económicas siguen haciendo realidad la expresión «dime de qué presumes y te diré de qué careces». Otro tema sería si hubiese elecciones de forma inmediata. ¿Por qué será?