Cartas al director
El triunfo de la maldad
Pasen y vean, al jinete del Apocalipsis, esa figura que nunca descansa, esa que siempre encuentra campo de batalla en cualquier rincón de la Tierra. Aquí le tenemos de nuevo en su papel más esperado y temido. Pasen y vean, con todos ustedes la Guerra, el mayor espectáculo del mundo. Su solo nombre corta la respiración, Guerra suena a rugido de bestia. El instinto de matar no ha cambiado, tampoco el modo de nombrarlo. Solo se ha inventado otro sistema que le llaman democracia.
¿Dónde vive la «madre de la democracia»? ¿En Europa o en los Estados Unidos? Si en Europa está la cuna de la democracia ahí está la madre. Y una madre no habla, actúa le cueste lo que le cueste sin montar espectáculos de despacho, cuando a uno de sus hijos le ve en peligro de muerte en su casa, por la amenaza de un asesino maligno que quiere apoderarse de ella por la fuerza de las armas. Entonces se enfrenta a él con todos los medios posibles asumiendo las consecuencias.
A no ser que sea una madrastra con varios hijos de distintos maridos y espere que uno de ellos el más bruto, que no vive en su casa y es el que paga, venga a enfrentarse al asesino. Por eso triunfa la maldad, por tener unos padres demócratas falsos…