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Editorial

El PSOE se indulta a sí mismo con el borrado infame de los ERE

El uso espurio del Tribunal Constitucional para dejar impune el escándalo es una infamia para la democracia

Actualizada 01:30

La anulación de las condenas de Manuel Chaves y José Antonio Griñán por parte del Tribunal Constitucional, dominado por la izquierda y presidido por el extremadamente sectario Conde-Pumpido, borra las consecuencias legales para el PSOE del mayor caso de corrupción de la historia, el de los ERE de Andalucía.

No estamos ante una decisión jurídica controvertida y discutible, sino ante una operación política vergonzosa, perpetrada por el PSOE para perdonarse a sí mismo a través de un Tribunal Constitucional previamente colonizado con adeptos dispuestos a ejecutar la fechoría.

El descaro es tan evidente como la falta de decoro y deontología de los magistrados que han asumido las instrucciones evidentes del Gobierno, todos ellos relacionados íntimamente con el PSOE, en algunos casos durante lustros, y en otros participando incluso en la instrucción judicial previa del caso.

No estamos asistiendo a una impúdica reescritura de un episodio trágico del pasado, en el que se desviaron hasta 680 millones de euros para asentar un sistema clientelar con beneficios electorales espurios, sino a un anticipo del tipo de Justicia que aspira a imponer Sánchez.

Porque mientras transforma un latrocinio mayúsculo en una persecución contra quienes lo perpetraron o consintieron, ultima además un «plan de regeneración» de la democracia para trasladar a la libertad de prensa y a la independencia judicial su deriva caciquil presente con los ERE.

Si a todo ello se le añaden los aprietos, cada vez más notables, que Sánchez sufre por los formidables problemas judiciales de su esposa y de su hermano, o la imputación de todo un fiscal general del Estado por prestarse a perseguir a los adversarios del PSOE, la conclusión no puede ser más inquietante.

Al frente del Gobierno no puede continuar alguien que desprecia la separación de poderes, usurpa y sustituye la labor de los contrapesos democráticos e intenta generar una especie de Justicia de autor adaptada a sus caprichos, urgencias y necesidades.

Por mucho que Sánchez lo intente o consiga, no podrá enterrar la vergüenza sostenida durante diez años en Andalucía a costa de los parados y del presupuesto público. Tampoco podrá conseguir una amnesia colectiva hacia todos y cada uno de los excesos que él, su entorno y su partido cometen ya de manera endémica.

La democracia española está cada vez más enferma y todos sabemos dónde se ha generado el virus que la infecta.

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