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16 de septiembre de 2024

Editorial

Si queda decencia en el PSOE, es hora de demostrarla

Urge una respuesta interna a los delirios de Sánchez

Actualizada 01:30

El PSOE de Aragón ha decidido formalmente oponerse a la decisión de Pedro Sánchez de romper la cohesión y la igualdad en España, que quedarán enterradas si prospera la aplicación de un régimen fiscal nuevo para Cataluña.

Se trata de una postura de dignidad y de decencia por la que hay que aplaudir a los socialistas aragoneses y muy específicamente a su líder, Javier Lambán, una feliz excepción en el páramo de dirigentes, cargos y militantes del PSOE incapaces de oponerse a los delirios de su caprichoso secretario general. Lambán y sus compañeros dan un paso al frente de manera oficial que hasta ahora nadie había sido capaz de protagonizar en el PSOE, rendido a un líder cesarista que no admite réplicas ni disidencias y sólo premia la sumisión.

Los socialistas aragoneses se han limitado a anteponer su condición de españoles y de demócratas a su adscripción partidista, algo ya inusual en una formación sometida al capricho, los intereses y las necesidades de una única persona. Ese gesto apela a la conciencia de todos y cada uno de los cargos públicos socialistas de toda España, que no pueden permanecer pasivos ante el mercadeo de la soberanía nacional, la cohesión fiscal y la igualdad social que Sánchez representa, en burdo abono de un chantaje separatista aceptado con negligencia para mantenerse en el poder. No alzar la voz ante ello les convierte en cómplices de la tropelía, injustificable en nombre de la obediencia debida o la disciplina parlamentaria.

Porque no hay mandato mayor que la Constitución ni interés superior al de la propia nación ni, desde luego, jefe de superior jerarquía al propio ciudadano, aquí atacado en sus esperanzas y derechos, objeto de trapicheos inaceptables. Y los socialistas, en su conjunto, han sido cómplices por acción de todas las componendas de su líder, confundiendo el respeto a las normas de un partido con la aceptación de las órdenes de una especie de jefe sectario sin líneas rojas conocidas.

Quizá ésta se la última oportunidad de demostrar que, pese a todo, aún queda decencia en el PSOE. Para salir de dudas, bastará con aplicar un sencillo ejercicio: todo dependerá de despejar la duda de si Lambán es un plausible reactivo o una gota de dignidad inútil en una charca de aguas estancas.

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