Fundado en 1910
Editorial

DeepSeek esconde una doble amenaza para Occidente

La IA china no solo arrebata a EE. UU. el cetro del liderazgo tecnológico —con la Unión Europea, como acostumbra, relegada a mera espectadora— sino que deja una poderosísima herramienta al albur de un Estado que incumple los escrupulosos estándares democráticos

Actualizada 01:30

La inteligencia artificial china DeepSeek ha generado una sacudida mundial cuyos efectos apenas empezamos a calibrar. El impacto más inmediato, como acostumbra a suceder, ha sido el económico: en un solo día el gigante estadounidense Nvidia sufrió la mayor caída bursátil de la historia de Estados Unidos, evaporando casi 600 mil millones de dólares, casi la mitad de la capitalización total de la Bolsa española. El efecto dominó amenaza con arrastrar a toda la industria americana, desde ChatGPT a Alphabet (Google), Microsoft u Oracle. Gigantes que, hasta el domingo, parecían imbatibles y que ahora ven como el tren del liderazgo tecnológico puede adelantarles con celeridad, si es que no lo ha hecho ya.

DeepSeek, que nació como una startup en la universidad de Zhejiang –y hoy ya es una empresa totalmente constituida con sede en Hangzhou, China– ha logrado poner en el mercado una nueva herramienta de IA generativa a muy bajo coste y de código abierto. Y lo ha hecho con unos costes de desarrollo muy inferiores a sus rivales americanos, acuciada por las restricciones impuestas por Estados Unidos a la compra de microchips. En pocas palabras, en este caso China no solo ha copiado a Occidente, sino que parece —recalcando lo de parece, puesto que no pocos expertos ponen en duda las afirmaciones de la empresa china— haber logrado mejorar su producto mucho más rápido de lo que cualquier experto hubiera podido imaginar hace apenas unos meses. Y a una fracción de su coste. Baste reseñar que la compañía asiática apenas invirtió seis millones de dólares en 2024, frente a los 180 mil millones que alcanzaron los tres gigantes americanos de la computación.

No solo el desarrollo de DeepSeek es más barato, sino también sus modelos de aprendizaje son de 20 a 40 veces más económicos que los desarrollados por Open IA, superando a su app de ChatGPT, utilizando una fracción de la potencia informática que su homóloga occidental necesita. China ha demostrado que Silicon Valley no es el único lugar en donde se puede desarrollar la innovación. Gracias a DeepSeek no hace falta buscar a los niños al colegio en un superdeportivo: con tener un utilitario se consigue resolver la misma necesidad, y a un coste infinitamente más reducido.

Pero, además de repetirse el habitual axioma de que Estados Unidos innova, China copia y Europa —relegada desde hace ya demasiados años a mero espectador— regula, el gran salto de la industria china lleva la batalla mundial por la IA a un nuevo nivel. Y otorga al gigante asiático una innegable ventaja competitiva sobre la gran industria del futuro, llamada a reconfigurar no solo nuestra economía, sino también nuestras producciones culturales y nuestras relaciones sociales. No se puede, ni se debe, olvidar que DeepSeek almacena sus datos en servidores chinos, que no pasan los estrictos controles europeos y norteamericanos en materia de protección de datos. Y sus usuarios quedan además al albur de un Estado que incumple los escrupulosos estándares democráticos. Si intentamos preguntar a DeepSeek por Xi Jinping o Tiananmen su respuesta no pasa de una burda evasiva, «hablemos de otra cosa». La tecnología vuelve a convertirse en un arma geopolítica y, más allá de proporcionar una fuerte sacudida de cientos de miles de millones de dólares, aboca a China y a EE. UU. a una nueva Guerra Fría con Europa de mera comparsa.

comentarios
tracking