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En primera líneaJosé manuel Otero Novas

50 años de la aparición del grupo Tácito

Realmente fuimos, con diferencia, el grupo más numeroso en los Gobiernos de la Transición, aunque ese dato apenas trascendió

Actualizada 01:30

Nada hay eterno bajo el sol. Las culturas, los imperios, las alianzas, los sistemas, los modos de organización social, los pensamientos predominantes... todo acaba. También los regímenes, que con frecuencia finalizan con revolución.

Por ello, al menos desde que en el horizonte se otean vientos de cambio, o en el propio sistema nacen factores de destrucción, hay que comenzar a trabajar, preparando soluciones de futuro, que, aunque de inmediato no se acepten, en su momento, al llegar la gran crisis, puedan merecer las adhesiones suficientes, evitando revoluciones y aventurerismos.

El 14 abril 1931 se hundió el régimen político de la Restauración, como un castillo de naipes. Los políticos dinásticos, conservadores y liberales quedaron sorprendidos y paralizados; no llegaron a preparar una alternativa para las elecciones constituyentes convocadas inmediatamente. Y por ello el resultado de esas elecciones fue el típico de las democracias inauténticas, pues más del 90 por ciento de los escaños lo fueron para las fuerzas rupturistas del Gobierno Provisional.

Rechazando revolucionariamente cualquier consenso se aprobó una Constitución que tampoco fue sometida a referéndum del pueblo. La Asociación Católica de Propagandistas consideró su deber la promoción de un Partido Político, la CEDA, que en pocos meses, con el gran apoyo de El Debate, pasó a ser el primero de España. Pero ese elemento de necesario equilibrio ya nació tarde. Y al poco llegamos a lo que no queremos recordar.

El franquismo no autorizó la reaparición de El Debate tras la guerra civil, aunque sí otro periódico menor de la misma cadena, el YA, que durante aquel Régimen fue ocupando el hueco que había dejado El Debate.

En 1968 el presidente de la misma organización de propagandistas, Abelardo Algora, pensó que no podíamos mantenernos en la ceguera de los políticos de la Restauración canovista. Y sin repudiar a los compañeros que se mantenían en los gobiernos de Franco, nos invitó a elaborar medidas y propuestas para una democracia respetuosa con los derechos humanos, nucleando personas que pudieran aplicarlas.

Con Algora hicimos varios intentos que por distintas razones iban quedándose en nada. Hasta que finalmente acertamos creando el grupo Tácito para escribir un artículo semanal, el primero de los cuales se publicó el 23 de junio de 1973, hace ahora 50 años, en el diario YA y en otros de su mismo grupo; y que luego se fue extendiendo semanalmente a otros medios. Nuevamente la cadena de El Debate fue decisiva en el lanzamiento exitoso de un colectivo político importante.

Cuatro o cinco miembros de Tácito eran o habían sido colaboradores del régimen anterior. Todos los demás y el conjunto, estábamos al margen de la política oficial. Optamos por no constituirnos como partido clandestino que, por su ilegalidad generaba riesgos pero que además consideramos que conducía a una inferior eficacia. Como se puede comprobar con la lectura de los libros que hemos editado con todos nuestros artículos, no dejamos de proclamar una y otra vez nuestra pretensión democrática y de proponer a la ciudadanía y a los políticos, semana tras semana, las medidas que era preciso ir adoptando para llegar a ella.

Lo hacíamos aprovechando cuidadosamente los espacios de libertad que concedía el sistema, intentando respetar sus límites, en la confianza de que así no mereceríamos represalias jurídicas. Fallecido Franco encontré en un despacho oficial un informe sobre mí, que entre otras cosas decía que mis amigos y yo (en referencia a los Tácitos) nos encontrábamos siempre en el «borde mismo de la legalidad».

Ilustración alfonso osorio

Lu Tolstova

Sólo uno de nuestros 180 artículos, Los Sucesores, del que fue ponente Juan Antonio Ortega y Díaz Ambrona con la colaboración de otros seis compañeros, fue reputado delictivo por las autoridades y dio lugar a un auto de procesamiento ante el Tribunal de Orden Público. Considerando a Tácito como autor desconocido, el procesamiento se dirigió contra el director del periódico YA, y ello motivó que 18 miembros de Tácito compareciéramos ante el Tribunal para declararnos autores del escrito y liberar al Director del YA. Ese artículo, publicado un año después, figura como último del primer tomo en la edición reciente que hemos hecho.

No éramos muchos; seguramente nunca pasamos del centenar. Inicialmente miembros de la ACdP, pero desde el comienzo con otros compañeros afines.

Realmente fuimos, con diferencia, el grupo más numeroso en los Gobiernos de la Transición, aunque ese dato apenas trascendió, porque, tras la muerte del general Franco nos pareció menos provocador y más prudente no hacer exhibición de nuestra común procedencia.

En la introducción del libro donde ahora hemos recogido nuestros artículos, yo cito 10 nombres que fuimos ministros de Suárez, 2 que fueron sucesivamente presidentes del Congreso, otros dieciocho en las inmediaciones de la primera línea como secretarios de Estado, subsecretarios o cargos similares.

Con el apoyo decidido de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos –que nunca dudó al renunciar a los grandes poderes que recibió de Franco–, bajo la dirección extraordinaria, casi increíble, del presidente Adolfo Suárez, y junto con otras magníficas personas de varias procedencias, conseguimos:

• La conformidad del 85 por ciento de los dirigentes del régimen anterior con nuestro proyecto de cambio, plasmado en la Ley para la Reforma Política.

• El consenso de la casi totalidad de las fuerzas políticas emergentes, con la Monarquía, con la regulación de partidos y sindicatos, con la ley electoral antes de las primeras elecciones, la adhesión a las Declaraciones de Derechos, la solicitud de incorporación a la Comunidad Europea; y por supuesto con la Constitución que luego formalizó nuestros previos consensos.

• Un histórico y emocionante acuerdo de reconciliación entre los combatientes de la guerra civil en los distintos campos y sus descendientes, que no implicaba el olvido sino el dejar de utilizar su recuerdo como arma de confrontación política, para permitir una convivencia democrática, la «libertad sin ira» como decía una canción del momento.

• La aprobación de nuestros propósitos y de los resultados, por la inmensa mayoría del pueblo español, más del 90 por ciento de los votantes, en dos referéndum que convocamos uno sobre nuestros propósitos, la Ley para la Reforma, y otro sobre los resultados, la Constitución.

• Y la construcción de un edificio de democracia y libertades en el que vivimos desde hace 45 años, el sistema más duradero en la Edad Contemporánea de España.

  • José Manuel Otero Novas es miembro fundador del Grupo Tácito, ministro de la Presidencia en la Transición, hoy presidente del Instituto de Estudios de la Democracia de la Universidad CEU San Pablo
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