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En primera líneaPedro Fuentes

Esperanza y juventud

Nuestros políticos, ante su generosidad, les ofrecen falsedades, disputas y manipulación. Con el empleo discontinuo, con la ilusión de la vivienda, con la perversión laicista, con unas monedas para que se callen y vociferen a los intereses de los adultos...

Actualizada 01:30

No cabe duda que en este último mes, sin sospecharlo, alguien nos ha dado una sorpresa.

Los Reyes con coraje y fraternidad hacia su pueblo, los políticos con su desidia irresponsable y...

Pero los verdaderos protagonistas de la dana han sido los voluntarios, nuestros jóvenes de cualquier estamento y condición, con sus propios medios y con la dedicación absoluta al espíritu de lucha, de justicia y de ayuda.

Juventud

Lu Tolstova

Sí. Una sorpresa. Una reacción en masa que, creo sinceramente, ningún «político de la juventud» esperaba y probablemente no deseaba. Ahora no son esos jóvenes edulcorados con el universo woke... no.

Esos mismos jóvenes, de los que nos hemos quejado en muchas ocasiones por su falta de compromiso y por sus deseos fácilmente manipulables, de alguna manera se han plantado.

Ha sido un regalo de esperanza para nuestra sociedad porque no hay nada que más una que la adversidad, el dolor y la soledad de los que se quedan desamparados por el Estado.

Y, a pesar de los pesares, no hay truco, ni ultraderecha. Hay desidia: «Si necesitan algo que lo pidan». Nuestros jóvenes no esperaron a que nadie pidiera nada. Contrariamente se fueron a la zona cero y muchos de ellos no pudieron ni pasar.

Estos son los hechos.

Decía Aristóteles que «adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta».

Nuestros jóvenes nos han plantado en la cara un hábito: la solidaridad. Y esto nos debería hacer reflexionar.

Tenemos una juventud que alimentan la esperanza de las futuras generaciones y ellos se han puesto al lado de los que sufren para entregarles un soplo de generosidad y alivio.

¿Cómo es posible que una juventud así esté cayendo en actitudes y comportamientos que se alejan de ese carácter solidario e inteligente?

¿Si su corazón es fuerte, no será que el ejemplo que ven es nocivo y mina ese coraje que poseen desde su esencia de juventud?

Sin que ellos lo sepan, un mundo adulto perverso les intenta dirigir y alejar de esa esperanza que deben proyectar a la sociedad.

Ellos quedan entregados a un mundo construido por adultos que hay que analizar. La sorpresa que nos han dado nos debe hacer pensar, no nos sirven las promesas de los políticos. No...

¿Se imaginan si esta juventud solidaria fuera atendida como se merece por nuestra sociedad?

Es la sociedad adulta la que debe rectificar.

Nuestros políticos, ante su generosidad, les ofrecen falsedades, disputas y manipulación. Con el empleo discontinuo, con la ilusión de la vivienda, con la perversión laicista, con unas monedas para que se callen y vociferen a los intereses de los adultos, con unos planes de enseñanza que les destruyen el afán de conocimiento, con la desintegración espiritual del amor, con la banalidad de las redes sociales, con programas basura, con cadenas de televisión ideológicas y con la presencia progresiva en sus vidas de la pornografía.

No hace falta ir a Oxford para entender de la malignidad que la oferta adulta, institucional y política, entrega a nuestros jóvenes. Tenemos que ser firmes y claros al admitir que muchos de nuestros jóvenes son víctimas de la perversión de la sociedad adulta. Y solo un ejemplo.

¿Quién decidió quitar de los planes de estudio el ámbito de la filosofía, diseñar programas televisivos de demolición de la escala de valores a cambio de ganar dinero, quien produce la industria del porno, quien aparta las cruces y la espiritualidad de las aulas, quien construye contratos basura, quien mantiene la cadena de vicio y corrupción de nuestra sociedad, quien legisla la imposibilidad de un natural acceso a una vivienda digna...?

Los responsables son hombres y mujeres adultos escondidos tras el disfraz de una sociedad falsaria progresista de cualquier color, estamento y creencia.

Evidentemente, el joven que se aleja de esta falsedad y rechaza las «monedas de Judas» pasa a engrosar las filas de la fachosfera.

Partidos políticos se han servido del dolor y desamparo de un amplio sector de la sociedad juvenil. Pero se han equivocado.

El embarcó en sus coches cargados de botas, palas y alimentos, hacia una Valencia abandonada por el Estado, solo ha demostrado que poseemos una generación de jóvenes que, lejos de parecer de cristal, su corazón es firme y generoso.

Decía Miguel Hernández en la voz de Serrat: «Para la libertad sangro lucho, pervivo, para la libertad. Mis ojos y mis manos como un árbol carnal, generoso y cautivo doy a los cirujanos...»

Ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada".

Esta resistencia frente a la adversidad no encuentra consuelo ni ejemplo en nuestra clase política que forma parte de la estampa goyesca «Riña a garrotazos». Y esto es lo que sucede mientras nuestros jóvenes, contra todo pronóstico, han dejado de mirar sus móviles para mirar cara a cara a la realidad.

¿Se imaginan a nuestros solidarios y generosos jóvenes gobernados por políticos eficientes, veraces, comprometidos con sus funciones de servidores públicos, con el afán de prosperidad y sin la desidia de embarrar ese corazón fuerte con falsas promesas?

Ellos han demostrado más capacidad de organización que el propio Estado... Menos sonrisas en los congresos de partidos mientras las alcaldías de Valencia gritan con el desgarro del abandono, un desgarro que parece haber sido entendido por nuestros «jóvenes de cristal».

Tomen nota... nuestros jóvenes nos han dado el mejor regalo de Navidad: la esperanza, «el refugio del alma en medio de la tormenta».

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