La demencia de Occidente
La inquietud a la que asistimos en este siglo XXI es el resultado de la demencia de un Occidente materialista que se ha desligado de su pasado espiritual
El hombre ha despertado sus sentidos a la ardua tarea de construir nuevos dioses que sustituyan el sistema de creencias que ha sustentado la base social del siglo XX. Unas creencias que han fortalecido la antropología del hombre durante dos guerras mundiales, el auge del comunismo, el avance hacia las nuevas tecnologías, el neoliberalismo económico y el cambio climático.
Pero ahora, ya es el tiempo de los nuevos dioses que se erigen como gigantes, poderosos, que extienden sus brazos dibujando un nuevo relato de las ciencias sociales y que definen el siglo de la posmodernidad.
En valor absoluto, la ideología política, la ciencia y la tecnología han cambiado las relaciones sociales que se mantienen dentro del marco del Estado, para a través del comportamiento humano poder evolucionar a un nuevo concepto de sociedad.
Así es como se altera el sentimiento de los seres humanos en favor de un cambio social. Un cambio que en el siglo XXI enmascara una ruptura con el sentido trascendente, espiritual, que ha estado presente en Occidente desde el año 800 hasta el cambio digital y la caída de las Torres Gemelas.
¿Acaso son los gobernantes los que con su ideología ayudan a esta destrucción?
¿A quién le interesa la perseverancia del sentimiento trascendente en Europa?
¿Por qué las sociedades se están dibujando hacia un ateísmo y agnosticismo?
Occidente se ha dormido en su ideología demagógica. Se sumerge en su fanatismo hacia la cultura del 'buenismo', el consumo, y el avance de la tecnología sobre el mundo del pensamiento. Se ha anulado el sentido del discernimiento en la sociedad, del esfuerzo, de la adversidad y del hombre constante que se sustituye por 'el hombre veloz', que no sabe realmente hacia donde va.
La demencia política es producto del abandono espiritual del hombre. Un hombre olvidado de su trascendencia es un robot que atiende a sus propios intereses en lugar de velar por el bienestar de la sociedad. ¿Se ha terminado pensar en el bien común?
La maldad moral de nuestro siglo es ya la ausencia de la verdad. Entonces… ¿En qué tenemos que creer?
¿En el materialismo y liberalismo?
¿En la nueva tecnología?
¿En los demócratas?
¿En los demagogos?
Casi seguro que la demencia de Occidente reside en aquellas palabras de Gandhi: «La política sin principios, el placer sin compromiso, la riqueza sin trabajo, la sabiduría sin carácter, la ciencia sin humanidad y la oración sin caridad».
De manera que... ¿Dónde está el espíritu de Occidente?
- Pedro Fuentes es humanista