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08 de julio de 2024

En primera líneaJuan Díez Nicolás

Pronósticos que se cumplen

¿Podría pensarse que, de forma intencionada o casual, las sociedades están volviendo a lo que ha sido tradicional en la historia de la humanidad, una muy pequeña e inaccesible clase social alta, y el resto de la sociedad?

Actualizada 09:06

A finales de los años 70 varios importantes informes internacionales sobre el futuro previsible para la Humanidad coincidían en el siguiente resumen: 1)crecimiento acelerado de la población mundial, 2) creciente deterioro del medioambiente, 3) empeoramiento de la calidad de vida, 4) incremento de las desigualdades sociales (entre países y dentro de cada país), 5) incremento de los conflictos sociales latentes y/o manifiestos (entre países y dentro de cada país), y 6) recurso a sistemas de gobierno autoritarios para resolver los conflictos.

El capitalismo financiero global creció exponencialmente a partir del año 2000, y sobre todo a partir de los desarrollos tecnológicos en el sector de la informática y la comunicación, que les han producido unos beneficios extraordinarios, y una acumulación de poder igualmente extraordinaria en los grupos financieros e inversores. En los años 50 el poder económico estaba principalmente en las grandes empresas industriales, en la actualidad el poder ha pasado a los grandes grupos financieros e inversores, de los que dependen las grandes empresas industriales. Las finanzas son en la actualidad la «función clave», en términos de la teoría del ecosistema social, pues condicionan la existencia y funcionamiento de todas las demás funciones en el sistema social. El conflicto entre la globalización del poder financiero y la atomización del poder político podría resolverse bien por la creación de un poder político supranacional, global, o bien por la desaparición o debilitamiento de los poderes políticos no globales, es decir, los estados nacionales o las entidades políticas supranacionales como la Unión Europea. Tal y como van las cosas, parece haberse optado por la segunda opción.

A partir del nuevo siglo XXI se constata que la desaparición del contrapoder que significó la Unión Soviética, y la creciente concentración del poder financiero, han ido acompañadas de una reducción del estado de bienestar y de las clases medias en todo el mundo occidental. No dispongo de evidencia verificada de que estos tres hechos estén relacionados causalmente, pero si hay evidencia de que los tres son ciertos. En todo caso su interrelación podría ser una hipótesis. Creo que puede afirmarse que son hechos verificados los siguientes: 1) un deseo universal de democracia, 2) un deseo también generalizado de igualación social, 3) un incremento objetivo de las desigualdades sociales y económicas, 4) una concentración creciente del poder financiero en todos los sectores de actividad económica, que convive con un poder político fragmentado en decenas de estados nacionales que se creen «soberanos», 5) un incremento de los conflictos sociales, latentes o manifiestos, 6) una polarización creciente de la mayor parte de las sociedades, 7) un deseo universal de seguridad en todos los ámbitos de la vida, y 8), un poder financiero capaz de influir en las decisiones de políticos y organizaciones políticas nacionales e internacionales mediante la corrupción.

Todo ello conduce a la formulación de algunas preguntas importantes. En primer lugar, ¿se iniciaron políticas para favorecer la reducción de la natalidad a partir de los años 80 mediante programas mundiales de planificación familiar, control de natalidad, políticas proabortivas, etc.? Lo cierto es que el crecimiento demográfico de la población mundial se ha reducido del 2 por ciento anual acumulativo en los años 70 (que duplicaba la población cada 35 años), a un 1 por ciento en la actualidad (que duplica la población cada 70 años), y con solo una región del mundo con crecimiento vegetativo positivo (más nacimientos que defunciones), África.

Ilustración: romper el mundo

Lu Tolstova

En segundo lugar, ¿podría hablarse de que los movimientos ecologistas iniciados también en los años 80 tengan como consecuencia, buscada o no buscada, la reducción del acceso de las poblaciones a los recursos naturales? La actual preocupación por el cambio climático, y sobre todo las políticas para evitar el uso del carbón, de los derivados del petróleo y otras fuentes de energía que según se afirma, son las causantes de la degradación de la naturaleza y del cambio climático, ¿no limitan el acceso de las poblaciones a los recursos?

En tercer lugar, ¿podría decirse que desde que se inició la covid, y después por la invasión de Ucrania por parte de Rusia, se han impedido o dificultado extraordinariamente todas las actividades laborales y sociales de las poblaciones, sustituyendo la interacción personal por la interacción virtual a través de redes sociales, y reduciendo su capacidad productiva, paralizando o ralentizando a las sociedades?

En cuarto lugar, y puesto que la evidencia parece demostrar que hay una reducción de las clases medias ¿podría pensarse que, de forma intencionada o casual, las sociedades están volviendo a lo que ha sido tradicional en la historia de la humanidad, una muy pequeña e inaccesible clase social alta, y el resto de la sociedad? En esta misma hipótesis, ¿está la naciente nueva clase alta global mundial creando un conflicto entre las clases bajas y las medias como medio de distracción para aislarse y protegerse? Parece al menos curioso que, mientras durante los últimos 80 años los políticos y medios de comunicación occidentales criticaban y combatían al comunismo, desde el inicio de esa guerra todos los males y peligros proceden de la «ultra derecha» (ya que al parecer no existe la derecha, todo lo que no es izquierda o progresista es «fascista o ultraderecha».) ¿Se trataría de una táctica del capitalismo financiero global para recibir el apoyo (o la no oposición) de los movimientos sociales y regímenes políticos «progresistas o de izquierda», como parte de su estrategia contra el capitalismo industrial tradicional y los estados nacionales y similares, para deshacerse después de ese apoyo «progresista»?

En quinto lugar, la creciente polarización social y el incremento de los conflictos, ¿puede ser parte de esa estrategia, y la excusa para establecer unos sistemas políticos autocráticos, dirigidos por una élite social global que ahora dispone de un poder financiero, energético, mediático y militar nunca hasta ahora conocido? ¿Estamos en presencia de una hipótesis que se autodestruye en sus dos primeros puntos, la de finales de los 70, pero se autocumple en los restantes, especialmente respecto a la implantación de sistemas autoritarios?

  • Juan Díez Nicolás es académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
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