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22 de agosto de 2024

en primea líneaJuan Van-Halen

Cómo identificar autócratas

Sánchez quiere consumar la ocupación de las instituciones con ministros y afines. Los ejemplos son numerosísimos y a la espera figura el Banco de España. Sánchez da positivo en todos los puntos del Test de Gobernante Autoritario

Actualizada 01:30

No es asunto baladí aunque para ciertos dirigentes que disfrutamos pudiera parecerlo. A esa ministra que nunca se ríe, contradiciendo a su apellido, probablemente no le interese nada, ni falta que le hace. Curzio Malaparte fue un personaje contradictorio. Transitó de la masonería y el anarquismo al fascismo inicial y a un fascismo contestatario y perseguido. Acabó padeciendo la cárcel y el confinamiento. En 1931 Malaparte publicó en París y en francés –no hubo edición italiana hasta 1948– 'Técnica del golpe de Estado', libro que le creó problemas. «Odio este libro mío. Lo odio con toda el alma. (…) A causa de este libro he conocido la cárcel y el destierro, la traición de los amigos, la mala fe de los adversarios, el egoísmo y la maldad de los hombres» deja constancia el autor en el prefacio a la edición de 1948. Malaparte no es del todo sincero: también le debió buena parte de su gloria.

Malaparte

Lu Tolstova

En el libro se analizan los métodos utilizados en diversos golpes de Estado y contragolpes. Así el 18 de Brumario de Napoleón en 1799, el golpe bolchevique en 1917, la defensa de Stalin ante el intento de Trotski en 1927, el caso polaco con Jósef Pilsudski en 1920, el fracasado golpe militar de Wolfgang Kapp en Alemania en 1920, el golpe del general Primo de Rivera en España en 1923, la toma del poder por Mussolini en 1922. Y concluye con el fracasado golpe de Hitler en Múnich en 1923. Se le consideró en su día como un nuevo «El Príncipe», pero Malaparte nada tiene que ver con Maquiavelo ni en la intención de su obra.

A quienes criticaron que el libro no incorporara en sus nuevas ediciones el golpe de Estado de la Segunda República Española y el franquismo, Malaparte les acusó de «no haber entendido que esos sucesos, posteriores a la primera aparición de este libro, no aportan nada nuevo a la técnica moderna del golpe de Estado. La técnica revolucionaria en Europa es, de hecho, todavía, la que yo estudié y describí en estas páginas. Sin embargo, se ha dado algún progreso en la técnica moderna de la defensa del Estado. Podría decirse que los gobernantes (si es que leen libros) se han leído estas páginas mías y han sabido sacar provecho de las enseñanzas que contienen», señaló desde su conocida inmodestia. En su previsión de la defensa del Estado fue erróneamente optimista.

Curzio Malaparte, que no era un estudioso de la ciencia política sino un inteligente observador, hubiera disfrutado leyendo «Cómo mueren las democracias», de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, profesores de Harvard que han dedicado un par de décadas al estudio de la caída de democracias que se consideraban consolidadas. La conclusión de los autores es que las democracias ya no acaban en golpes de Estado o revoluciones, tipo Pavía, Martínez Campos o Primo de Rivera en España, sino que sufren un derribo pausado, enmascarado, de las instituciones fundamentales con singular acoso al sistema jurídico y a los medios de comunicación, desde un hostigamiento a las políticas amparadas por las normas más respetables hasta el comienzo de la erosión global. Así se desemboca en las autocracias y en las fórmulas más nocivas de un populismo con unas u otras caretas.

Levitsky y Ziblatt se preguntan cómo identificar el autoritarismo en políticos que llegados al poder son una amenaza para la democracia. Se basan en el trabajo pionero del español Juan José Linz, un sabio, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1987, entre otros tantos reconocimientos en todo el mundo. Linz inició el camino seguido por Levitsky y Ziblatt. Linz nació en Alemania de madre española, vivió el ascenso nazi y nuestra guerra civil, fue profesor en Yale, y profesor invitado en universidades de toda Europa. En 1978 publicó un libro fundamental: «La quiebra de las democracias». Levitsky y Ziblatt establecen un test de cuatro preguntas para identificar autócratas, políticos picados por el bicho del autoritarismo, lo tengan oculto o ya a la luz. Veamos si Sánchez da positivo en el test de autocracia.

1. ¿Rechaza las reglas democráticas? Ley de Amnistía, control del Poder Judicial, cambio de reglas de mayorías, ataques consentidos a la Corona… Sánchez da POSITIVO,

2. ¿Niega la legitimidad de sus adversarios políticos? Un muro entre los buenos (los suyos) y los malos (los demás). El fango. La fachosfera… Sánchez da POSITIVO.

3. ¿Tolera o ampara la violencia? Amnistía la violencia provocada en Cataluña octubre de 2017 y octubre de 2019, pactos de Gobierno con partidos que no condenan el terrorismo, ministros que emplean violencia verbal y amenazas contra la oposición… Sánchez da POSITIVO.

4. ¿Apoya restricciones a las libertades civiles o medidas contra partidos o medios de comunicación críticos? Condenado por el TC por restringir la libertad de circulación, control de noticias (bulos), amenazas a jueces y medios críticos (caso Begoña), propuesta de una «ley mordaza». Sanchez da POSITIVO.

Conclusión: Sánchez quiere consumar la ocupación de las instituciones con ministros y afines. Los ejemplos son numerosísimos y a la espera figura el Banco de España. Sánchez da positivo en todos los puntos del Test de Gobernante Autoritario. Es el camino de la autocracia. De Venezuela. Un peligro grave para España y los españoles. Y la sociedad, dormida.

  • Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando
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