Todos los días de este mes de agosto tenemos que añadir un nombre más a la lista de ministros del Gobierno desaparecidos de escena como si fueran conejos en la chistera de un triste truco de magia. A Óscar Puente, Marisu Montero y Fernando Grande-Marlaska tenemos que añadir la del ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños. Siendo el único que tenía ayer agenda, tendría que haber dado la cara y condenar el triste espectáculo que vivimos viendo cómo el prófugo Puigdemont se paseaba por las calles de Barcelona sin que fuera detenido. Para Bolaños, que acumula tantos cargos, trabajar ayer fue irse a París a ver los Juegos Olímpicos. Se diría más bien que el señor Bolaños pasa olímpicamente de los problemas de los españoles.
El expresidente Zapatero es otro especialista en escurrir el bulto y no dar la cara cuando le vienen mal dadas. Lleva años defendiendo a la infame dictadura chavista, acusando a la oposición española de ultra, y reabriendo viejas heridas para sacar partido él y los suyos. Siempre utilizó al Centro Carter para avalar al régimen de Maduro y a los comicios que allí se celebraban. Pocos después del 28 de julio pasado, el Centro Carter se fue de Venezuela advirtiendo de que había habido tongo. Zapatero se ha quedado sin argumentos y, ¡sorpresa!, otro socialista español más que ha desaparecido en este mes de agosto. Pero ha salido en su ayuda el inefable Matías Capuleto, coordinador del Grupo de Puebla –que reúne a los países hispanoamericanos situados en las antípodas de la democracia–, quien ha asegurado que «no he podido hablar personalmente con Zapatero, pero sé que reclama igualmente las actas». Muchos nos tememos que estén los dos ayudando a Maduro a falsificarlas.
Saúl Craviotto nos llenó ayer de orgullo al convertirse en el deportista español con más medallas olímpicas de la historia. Junto con Marcus Cooper, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade, este ilerdense, catalán y por tanto español consiguió un sufrido bronce en una gran final del K4 500. Una gran carrera la de ayer, como grande es su carrera personal. Pasó de trabajar de electricista con su padre en Lérida a sacar la oposición al Cuerpo de Policía Nacional y compaginar estas actividades con los duros entrenamientos como piragüista. Craviotto siempre da la cara.
comentarios