El delincuente que fue condenado a 13 años de cárcel por un golpe sedicioso contra la unidad de España ha hecho unas declaraciones displicentes contra el discurso de Navidad del Rey. Junqueras le reprocha que «aplaudió las palizas que se daban a los votantes en octubre de 2017». No hubo tales palizas, y además omite que se trataba de una consulta ilegal contra España y su orden constitucional. Pero lo grave realmente es que este fanático separatista manda hoy en España, gracias a un ascendiente sobre Sánchez que comparte con Puigdemont, su cómplice en la declaración de una República catalana en 2017.
Podemos está hundido en un abismo del que nunca debió haber salido para el bien de España. Pero Ione Belarra, que fue una flojísima ministra que no estaba capacitada para su cargo, sigue viviendo del erario público y hasta se atreve a dar grandes lecciones críticas al Rey («no es nada más que el proyecto deprimente de la derecha española», ha afirmado tras su discurso). La debilidad de Sánchez concedió eco y cargos a unas personas que en una política más normal a duras penas llegarían a delegados de clase en el instituto.
Y no podemos acabar este repaso, que retrata a la calaña que sostiene a Sánchez, sin referirnos al portavoz del PNV en el Congreso, siempre con su porte perdonavidas y hablando a sus compatriotas españoles con el deje de quien se cree superior. Esteban, cargante nacionalista vasco de madre soriana, se sumó al coro crítico al discurso del Rey reprochándole que no reconoció a la «nación vasca» en su alocución navideña. El mundo observado siempre a través del agujero de un embudo, pequeño, falsario y cerril. Eso sí, son los primeros en apoyar a Sánchez, a pesar de su radicalismo y corrupción, porque saben que de ningún otro obtendrán tantas prebendas, que es lo único que importa al farisaico PNV.
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