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TribunaJaime Rocha

Tu T.I.A. y tú

No entiendo muy bien el motivo de este artículo que tan desagradablemente he leído. Ya sabes que nadie del CNI lo contestará jamás, son muy buenos y sacrificados profesionales que tienen que soportar en silencio tantas críticas injustas que reciben colectiva y personalmente por parte de quienes ignoran absolutamente todo de su trabajo

Actualizada 09:24

Estimado Arturo Pérez Reverte: leí recientemente, con disgusto, tu artículo en el suplemento XL del diario ABC. A pesar del tiempo transcurrido desde su publicación, 23 de enero de 2021, no había tenido ocasión de hacerlo hasta que un antiguo compañero me lo remitió.

Te he admirado y seguido desde hace muchos años. Fui un fiel y permanente seguidor de las aventuras de Alatriste que conservo con aprecio. También algunas obras posteriores me gustaron y leí con mucho interés, pero no puedo decir lo mismo de «Línea de Fuego» de la que no pasé de la página cien o de «El Italiano» que me dio la impresión de que ya la había leído. El balance, no obstante es muy positivo, hay muchísimo más bueno que, a mi juicio, malo o no tan bueno. Pero ¿quién soy yo para criticar a un escritor tan premiado y admirado, aunque solo sea a alguna de sus últimas obras? Un novel escritor de ochenta años que, por casualidad, ha entrado en este complicado mundo editorial contando experiencias propias noveladas que han tenido un siempre relativo éxito, nada comparable ni mínimamente, desde luego, con quien sigo admirando como escritor y persona.

Pero dentro de mi admiración y precisamente por eso, me sorprendió muy desagradablemente el artículo publicado el 23 de enero de 2021 con el título La T.I.A. y yo en el que faltas gratuitamente al respeto a quien fue el creador del moderno servicio de inteligencia español, el CESID, al que te refieres como: «…un general llamado Manglano» así, sin más. Se nota que no le conociste ni de vista e ignoras su extraordinario y sacrificado trabajo durante catorce años acabados con muy malas artes por quienes le traicionaron al no conseguir «sus favores».

Tú no lo sabes, pero el CESID también pagó tributos de sangre. Estábamos aun en Castellana 5 y en una sala circular había fotos de agentes que habían perdido la vida en acto de servicio.

Naturalmente que conocí a Charlie, de quien dices: «Él si era un espía estupendo» y que llegó a ser amigo tuyo. Como que los demás éramos simples aficionados, con mucha voluntad, pero unos inútiles para ese delicado y arriesgado trabajo.

Pues bien, yo no te voy a hablar de los magníficos y extraordinarios profesionales con los que trabajé en operaciones en España o la Libia de Gadafi, el que te regaló la radio Sony. A mí me hubiera obsequiado de muy diferente manera de haberme descubierto.

Después narras una operación que, como juras por tu madre tengo que creer, que, yo también te juro, en mis veintiocho años de pertenecía al servicio, nunca había visto. Es de primero de espía que los seguimientos se hacen con varios vehículos comunicados entre ellos y haciendo relevos, nunca varios juntos y además interponiendo otro vehículo ajeno entre seguidor y seguido. Lo aprendí en el Curso Básico de Inteligencia allá por 1979.

Agentes empujándose unos a otro, a una que se le cae la grabadora y local lleno de agentes. Me lo creo porque lo juras por tu madre, pero yo no he visto nunca nada ni siquiera parecido, en veintiocho años, y he tenido experiencias, tanto de hacer seguimientos como de sufrirlos.

A pesar de todo, admirado Pérez Reverte, no entiendo muy bien el motivo de este artículo que tan desagradablemente he leído. Ya sabes que nadie del CNI lo contestará jamás, son muy buenos y sacrificados profesionales que tienen que soportar en silencio tantas críticas injustas que reciben colectiva y personalmente por parte de quienes ignoran absolutamente todo de su trabajo.

Si de algo puedo presumir es de la amplia nómina de amigos periodistas con que cuento desde hace muchos años, periodistas de trinchera que nos ayudaron cuando se les necesito y a los que correspondí siempre que pude y me necesitaron.

Cada uno es libre de decir lo que quiera, por muy injusto que nos parezca, pero ¿de verdad tenías necesidad de escribir esto?

  • Jaime Rocha es capitán de navío (r) y escritor
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