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TribunaPablo González-Pola de la Granja

Necesitamos un museo de la historia de España

Una clave importante del museo histórico de estas características es su proyección sobre el ámbito docente. La visita de los escolares a un museo histórico no debe ser algo excepcional y fuera de programa

Actualizada 01:30

Entre las funciones que debe cumplir un museo, según el Consejo Internacional de Museos (ICOM), sobresalen la comunicación y la educación. El museo, y la exposición temporal, son modelos muy eficaces de comunicación, en el que el museólogo, como emisor, elabora un mensaje que, trasmitido a través del canal museográfico: los objetos, cartelas, maquetas, esquemas, etc, debe llegar con eficacia al receptor, que es el público que visita el museo. La clave está en ese mensaje que, elaborado eficazmente, consigue en el visitante exactamente lo que pretende el emisor. Y es aquí donde entra la función de educación por la influencia que ejerce el mensaje del emisor sobre el receptor.

Por esta razón, quien quiera manipular conciencias buscando un fin concreto, tiene en la museología, mal empleada, un elemento altamente eficaz. Pongamos por ejemplo el llamado Museo de Historia de Cataluña. Con escasas piezas originales, todo el discurso está enfocado a que, sobre todo los niños, interpreten la falsedad de que Cataluña es y ha sido una nación. Y, entre otras cosas convierte las conquistas de la Corona de Aragón hacia el Este, en la 'Hegemonía catalana en el Mediterráneo'.

En un momento en el que el actual ministro de Cultura se empeña en descolonizar los museos españoles y cuyo resultado merece otra reflexión, creo que se hace necesario la fundación de un Museo de la historia de España, que, desde el principio, si se estableciera en Madrid, debería tener una clara vocación de expandir sus actividades a todo el territorio nacional mediante exposiciones temporales y otro tipo de eventos relacionados con la historia y el patrimonio nacional. Un museo que sepa combinar, perfectamente, la emoción que supone el diálogo personal ante la pieza, con las últimas técnicas de realidad virtual que permiten la inmersión del visitante en el ambiente histórico sugerido. En España contamos con excelentes profesionales capaces de hacer un museo singular, con rigor histórico y que recoja todos los grandes hitos de la historia de España.

Una clave importante del museo histórico de estas características es su proyección sobre el ámbito docente. La visita de los escolares a un museo histórico no debe ser algo excepcional y fuera de programa. Los profesores, en colaboración con el departamento didáctico del museo deben considerar este como una parte del espacio docente, integrándolo en el programa de la asignatura. Sin duda, la experiencia será muy formativa y, sobre todo, cumplirá la misión de conocer y apreciar la historia de España.

Al igual que los museos militares deben ayudar a incrementar la conciencia de defensa y la involucración de todos los ciudadanos en la misma, el Museo de la historia de España tendrá la virtud de incrementar la identidad colectiva y el orgullo de pertenecer a una gran nación forjada a lo largo del tiempo.

Por otra parte, ya existe un museo con más de 90.000 piezas atesoradas desde 1932. Fondos originales y de un gran valor que muestra la identidad del pueblo español en su conjunto y el tronco común en sus manifestaciones más populares. Pero, por desgracia está guardado en el sótano del Museo del Traje, de la madrileña Ciudad Universitaria. El Museo del Pueblo Español, fue cerrado en 1973 y ni la dictadura, ni ya en democracia los gobiernos de centro, izquierda y derecha ha sido capaces de abrir al público unas colecciones magnificas de mobiliario popular, cerámica, arte pastoril, religiosidad popular, aperos agrícolas y ganaderos, etc. Tan sólo los trajes tradicionales consiguieron subir la escalera desde el sótano y formar parte de la colección permanente del «Museo del Traje. Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico». Añadido esto último, en 2004, que parece concebido para lavar las conciencias de quienes no han sido capaces de devolver a los españoles el rico patrimonio de su acervo popular común. Mostrando una realidad que expresa claramente la unidad de los pueblos de España desde sus raíces más ancestrales.

Parece que el actual Gobierno ha decido utilizar los museos en su particular guerra cultural que ha empezado con la famosa descolonización y al parecer, según se anunció hace unos días, continuará con la creación de un Museo de la Memoria Democrática, impulsado por el Ministerio de Cultura y el de Política Territorial y Memoria Democrática. Es de suponer que se convertirá en nuevo instrumento para la polarización y el enfrentamiento entre españoles, cosa verdaderamente preocupante en el momento actual.

Yo aconsejaría a los señores ministros que, en lugar de dividir a los españoles, les integren en un centro que muestre lo que sus antepasados, unidos, fueron capaces de hacer durante siglos. Una nación capaz de asombrar al mundo con hitos tan importantes como la Reconquista o el descubrimiento de América y más recientemente la ejemplar Transición a la democracia, pero esto es, precisamente, lo que algunos pretende ocultar.

Pablo González-Pola de la Granja es director del Instituto CEU de Estudios de la Democracia

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