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TribunaFernando Ramos

Los mensajes publicitarios que adoban el descaro de Bárbara Rey

Se trata de controlar el pensamiento y los valores colectivos sobre los que descansa una sociedad, de modo que el sentido crítico se ve reducido a una simple apatía para digerir lo que se le sirve a la sociedad

Actualizada 01:30

Nos enseña Noam Chomsky que, aparte de su misión de divertir, entretener e informar, determinados programas de determinados medios, inculcan en los individuos creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad. Las compañías se lucran insertando sus reclamos audiencias adormecidas por esa publicidad letal que eleva a la categoría de normal, lo que en modo alguno lo sería en otro ámbito. Y subraya que las empresas que patrocinan determinados programas de televisión, donde insertan sus mensajes comerciales son corresponsables de sus contenidos, especialmente en determinados casos que pueblan las parrillas de algunas cadenas españolas e italianas.

Lo estamos contemplando en el caso del modo en que la ex vedette María García (Bárbara Rey) viene aprovechando su etapa de relaciones con el rey honorífico, que no emérito, Juan Carlos I. Los elevados rendimientos generados por su descarado relato, donde reconoce y admite que hasta ha practicado el delito de extorsión, que el vigente Código Penal tipifica entre los delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico. Una persona obliga a otra mediante el uso de violencia o intimidación a un acto o negocio jurídico u omisión con fines de lucro. Es importante aclarar que el marco legal no se limita únicamente a la entrega de dinero. Este concepto se amplía a todo perjuicio patrimonial a la víctima o un tercero que pudiera resultar del hecho. El autor será castigado con la pena de prisión de uno a cinco años (Artículo 243 del Código Penal). En el caso de Bárbara Rey y Juan Carlos I, el perjuicio económico afectó al conjunto de la sociedad española, a través de los contribuyentes, ya que ya que el grueso del dinero abonado a la beneficiara salieron de los fondos reservados del Estado.

Chomsky señala que estos procesos determinan en el control ejercido por las macroempresas de comunicación, que procuran mayor poderío sobre las masas, que necesitan ser cegadas y distraídas de la realidad. La manipulación mediática surge del interés de los grupos dominantes por conformar una conciencia colectiva. Se trata de controlar el pensamiento y los valores colectivos sobre los que descansa una sociedad, de modo que el sentido crítico se ve reducido a una simple apatía para digerir lo que se le sirve a la sociedad, aunque sea normalizar conductas que en otro momento se considerarían no asumibles. Tal es el caso.

Estamos ante un interminable vodevil sigue y se anuncian nuevas entregas sin fin. Sería interesante que el público se fije en los contenidos de los reclamos publicitarios que se inserten en las pautas publicitarias. Porque cuando, bajo esa influencia, cualquier persona adquiera o demande los productos o servicios anunciados se convertirá en involuntaria financiadora del beneficio que obtendrá la ex artista, de modo continuado. Y lo que es peor, se producirá una aceptación natural de lo que hizo al cometer lo que es un delito, aunque en su caso, ya esté prescrito o la serie de circunstancias en que se provoca.

El descaro con que María García miente, si bien, por un lado, reconoce el chantaje y por otro califica los hechos de «préstamo» quedó en su momento desmentido por otros irrefutables testimonios. La coincidente aparición de dos libros de semejante contenido: Al Servicio de su Majestad. La familia real y los espías. 50 años de conspiraciones, manipulaciones y ocultamientos, de Fernando Rueda, y El jefe de los espías. El archivo secreto del general Manglano, (consejero del rey y director general del Cesid, del 23-F a la caída del felipismo,) de Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote (que recogía los cuadernos con la propia memoria y archivos de las conversaciones de Manglano con Juan Carlos I). Es realmente una historia interminable, gracias a la cual María García sigue haciendo caja y promete seguir haciéndola, entre comerciales.

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