Have a God Time: la empresa que recuerda lo que de verdad importa a través del menaje del hogar

En el ajetreo del día a día a veces uno se pierde y se olvida de las cosas que de verdad importan, de rezar por un familiar o de dar las gracias a Dios por todo lo bueno que uno tiene a su alrededor. Un felpudo en el que se puede leer «Dios bendiga esta casa», una taza con «bendito café» inscrito o un delantal bordado con la frase «Dios anda entre pucheros» son algunos de los diseños de Miguel Laorga y Adriana Ribó, cuyo objetivo evangelizar a través de objetos propios de la vida cotidiana.

Este matrimonio católico de publicistas fundó la marca Have a God Time hace seis años. Durante mucho tiempo, su carrera, la de ambos, estuvo enfocada en el mundo de las agencias de publicidad, pero después quisieron fundar su propio estudio de comunicación, llamado Piedra, Papel o Tijera Comunicación.

Durante 16 años, Adriana y Miguel trabajaron en su estudio. Sin embargo, una noche acudieron a una reunión alfa, una cena seguida de una charla de fe, que según dice Miguel: «nos tocó mucho. Fue un renacer de nuestra fe». Además, esto coincidió con la venida de Benedicto XVI a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud en el año 2011, a la que acudieron con sus hijos. Miguel cuenta que: «en la esplanada de Cuatro Vientos vimos el ánimo de la gente. La JMJ es el único momento en el que el cristiano se muestra sin miedo, con banderas y esa mochila propia de las jornadas. Después, la gente esconde su fe en casa de nuevo».

Así surgió la chispa de lo que sería después Have a God Time, cuyo lema es `cosas bonitas de Dios´. «Nos preguntamos qué podíamos hacer para evangelizar desde nuestra profesión y en tiempos muertos empezamos a hacer algunos diseños. Al final nos lanzamos y hace seis años nació la marca. Queríamos meter a Dios en las casas de todo el mundo», explica Laorga.

Objetos cotidianos que nos recuerdan a Dios, con diseños actuales, modernos, pero otros también tradicionales. Miguel y Adriana diseñan pañuelos, tazas, paneras, ropa, felpudos, neceseres y otros muchos artículos que con sus mensajes nos acercan a Dios y nos recuerdan nuestra fe. «Con la tontería de tener un imán en la nevera, cuando lo lees y te acuerdas del Señor, pues gloria a la nevera», afirma Miguel. Colaboran también con distintos conventos y buscan imágenes más clásicas de la Virgen o un Niño Jesús, para tenerlos cada uno en su casa, y Dios en la de todos.