Hacia una renovación cristiana de Europa
Chantal Delsol: «Hemos vuelto al panteísmo de Asia y Roma»
La filósofa e historiadora ha sido, junto con Dalmacio Negro, la ponente en esta primera mesa redonda de la segunda jornada del Congreso Internacional organizado por el CEU
La segunda jornada del Congreso Internacional de Renovación Cristiana ha comenzado con la mesa redonda titulada La agonía del cristianismo, en la que han intervenido Dalmacio Negro, catedrático emérito de la Universidad CEU San Pablo, quien se encontraba indispuesto y cuyas aportaciones han sido leídas íntegramente por el director del CEFAS, Elio Gallego; y Chantal Desol, filósofa, historiadora y fundadora del Instituto Hannah Arendt.
Entre el 2 y el 4 de marzo, el Aula Magna de la Universidad CEU San Pablo reúne a intelectuales y políticos de países como España, Francia, Italia, Hungría, Austria o Estados Unidos para reflexionar sobre la situación actual del catolicismo en Occidente, y plantear los desafíos y propuestas de futuro para Europa.
La lucha espiritual, cultural y política
Elio Gallego ha comenzado la lectura de las ideas de Dalmacio Negro recordando al filósofo político John Gray, quien escribió que «la política de la Edad Contemporánea constituye otro capítulo más de la historia de la religión». A partir de esta cita, el historiador ha reflexionado sobre la actualidad de la Cristiandad como un momento «de lucha espiritual, cultural y, cada vez más, política, entre la fe cristiana y las religiones; sobre todo, las llamadas, genéricamente, seculares por Jules Monnerot y Raymond Aron».
Del mismo Negro hacía suya una de las ideas del teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer, asesinado por los nazis, que decía: «la unidad de Occidente, no es una idea, sino una realidad histórica cuyo único fundamento es Cristo: el único pilar fiable de nuestros valores, instituciones y modos de vida».
Totalitarismos violentos
«La Cristiandad –explicaba Negro– es un concepto histórico. En ese sentido, está presente hoy en toda la tierra. Curiosamente, se diluye no sólo en Europa, su lugar de origen, donde es rechazada, combatida o pervertida por casi todos los gobiernos, además de en Norteamérica y otros pagos, sin que la Iglesia o, si se quiere, las iglesias sepan qué hacer».
El catedrático emérito, tras enumerar algunas de las realidades a las que como cristianos debemos hacer frente en un contexto de liquidez y ataques premeditados contra la fe, ha concluido su intervención aludiendo a que fue el Estado el que introdujo el artificialismo en la cultura europea y es ahora el Estado, al que Dalmacio sitúa, en claves ya anunciadas por Benedicto XVI cuando se refería a la dictadura del relativismo, quien está propiciando «la destrucción de la conciencia como el verdadero presupuesto de una sujeción y de un dominio totalitario».
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Una situación de minoría
Por su parte, la filósofa e historiadora Chantal Delsol ha querido empezar haciendo memoria de una realidad que ha vertebrado Europa y que desde los años 60 ha cambiado de forma radical. «Durante dieciséis siglos los cristianos hemos tenido una situación de predominio en Occidente». «Ahora -continuaba Delsol- nos encontramos en una situación minoritaria» refiriéndose a los espacios de influencia como la vida política, económica, cultural o social, poniendo como ejemplo la composición de los comités de ética que estudian distintas acciones como el aborto o la eutanasia. «Antes los católicos o cristianos, junto a los judíos, fijaban el criterio. Ahora tienen que conversar con ateos, masones, protestantes...». Respecto a este cambio de paradigma, Delsol no ha querido jugar a los dados. «Nadie puede saber lo que va a pasar con esta institución que es la Iglesia, milenaria, venerable y respetable, que ha convivido con los poderes políticos y ha estado en relación con ellos y que ahora se ha convertido en algo minoritario».
Respecto a esta situación, Delsol tiene claro que estamos en la vuelta de la paganización, del orden moral establecido antes de la llegada de Cristo, en una suerte de ciclo histórico que nos devuelve al punto de partida. «Lo que ha ocurrido -explicaba- no es la negación de esa trascendencia por parte de las democracias, que está, como decía Tocqueville, presente de una forma panteísta. Hemos vuelto al orden de siempre, el que estaba antes de nosotros y fuera de nosotros, que no es otro que los criterios de Asía, Roma y Grecia».
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Una verdad universal
En un mundo sin trascendencia, los cristianos se han convertido en una excepción que, según Delsol, va desapareciendo. «Si queremos avanzar en la historia tenemos que ser más realistas y más lúcidos, porque perdemos nuestra influencia, pero esto no supone que el mundo se esté derrumbando ni que podamos sostener los postulados `paranoicos´ de Dreher y Negro en lo que a sociedad post-cristiana y totalitaria se refiere», haciendo, como más tarde señalaría Gallego en el turno de preguntas, como una suerte de enmienda a la totalidad por parte de Delsol a las tesis del autor de La opción benedictina y del catedrático emérito del CEU.
«El cristianismo, como religión, no se concibe a sí mismo como un mito o un relato, sino como una verdad que ha de asumir su universalidad», aseguraba Delsol tras el envite en su discurso. «Si alguien cree que Cristo ha existido, otros pueden creer en ello igual que una verdad matemática», ha explicado.
No tenemos mitos, tenemos verdades. Cristo no es Aquiles. Aquiles es una historia, Cristo es una persona que ha existido en un momento de la historia. Fue una persona real, es una verdad
El pensamiento personalista
En el momento actual, posmoderno, como «triunfo del panteismo» –afirma la filósofa francesa–, se rechaza hasta la noción de verdad. Este concepto de verdad no existe en Asía, sino que llega a Occidente de la mano de Parménides, Moisés y Cristo. «Estamos en una época influenciada por Asía, que ya no entiende lo que es la verdad", continuaba Delsol.
Por último, recordando a Simone Weil en distintos momentos de su soliloquio, ha expuesto que «ya nadie acepta conquistar en nombre de la verdad». En la dicotomía entre la conversión por testimonio y la conquista, en una Iglesia que ya no puede ejercer el poder coercitivo para imponer su credo, que ya no tiene Estados que militaricen su misión evangélica, Delsol considera que en este tiempo es necesario «la virtud y la paciencia», para terminar por el propio testimonio de vida para llevar a cabo los cambios que la sociedad requiere y que el cristianismo necesita para dejar de ser una minoría en la sociedad. «Un testigo no se conforma con decir, sino con ser. La conversión por testimonio implica dar tiempo al tiempo, dar espacio a la virtud».
HACIA UNA RENOVACIÓN CRISTIANA DE EUROPA