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Jone Echarri

Jone Echarri durante su participación en las Jornadas de Estudio, donde vinculó a Wojtyla y GiussaniE.E.

II Jornadas Estudios Internacionales sobre Giussani

La fisioterapeuta española que trató a Juan Pablo II y Giussani: «Fueron grandes por decir ‘Sí’ al misterio»

Jone Echarri relató en las II Jornadas Internacionales de Estudio sobre el fundador de Comunión y Liberación su experiencia humana con estos dos hombres de Cristo

«En el momento de la enfermedad se pone de manifiesto cómo y por qué uno vive», aseguró la fisioterapeuta Jone Echarri este sábado, cuando ofreció su testimonio en las II Jornadas Internacionales de Estudio sobre Luigi Giussani. Echarri trató tanto a san Juan Pablo II como al fundador del movimiento Comunión y Liberación de la dolencia que compartían: la enfermedad de Párkinson.

Bajo el título San Juan Pablo II y Luigi Giussani ante la enfermedad, la experta en fisioterapia neurológica relató su experiencia personal con estos dos nombres clave de la Iglesia en el siglo XX. Echarri comenzó a tratar a Giussani con fisioterapia neurológica por un problema de Parkinson en 1994; cuenta que tras la primera sesión, el sacerdote ambrosio exclamó: «Si una persona experimenta un beneficio tan grande cuando es tocado por las manos de otra persona… ¿cómo será ser tocado por el Ser?».

Un encuentro providencial

Echarri confesó que con Giussani encontró la fe, y señaló que agradecía haber podido ser testigo «de un espectáculo poco común: un hombre unido en todo a Cristo». La ponente relató diversas anécdotas para ilustrar cómo Giussani leía todos los aspectos de la realidad -desde el amanecer hasta la enfermedad, pasando por unos espaguetis con ajo y aceite- a la luz de Cristo.

«Un día -recuerda- le pregunté: ‘¿Cómo puedo vivir con la intensidad con la que tú vives?’», y la respuesta: «Debes tomar la iniciativa, que tu vida sea una relación personal con Cristo. Que Él invada todos y cada uno de los aspectos de tu vida». Aquellas palabras, a pesar de su enfermedad, la transformaron, y también -apuntó- su forma de trabajar. Pasó de la vanagloria -«Muchos familiares te consideran un semidiós por el bien que haces a los pacientes», dijo- a adquirir la constante memoria del acontecimiento cristiano.

Juan Pablo II y Giussani

Juan Pablo II y GiussaniJ.E.I.G.

A medida que avanzaba el proceso, destacó Echarri, Giussani se fue volviendo más y más profundo. Decía que «todo instante es para la eternidad» y la instó a mirar a todas las personas con respeto profundo: «Mirar a una persona teniendo presente a Otra». La ponente también citó sus comentarios sobre el sentido del sufrimiento; diciendo que «Dios permite el sufrimiento para que la vida sea más vida; sin sufrimiento la vida se encierra»

En 1997 comenzaron a aparecer los primeros límites en la expresión de la palabra de Giussani, las primeras dificultades de dicción. La enfermedad siguió su curso, y aparecían nuevos dolores y limitaciones, pero -insistió Echarri- «sus exigencias del corazón seguían siendo vivas», y nunca abandonó el sentimiento de agradecimiento a Dios.

De Vallecas al Vaticano

En 1997, Echarri comenzó a tratar de la enfermedad de Parkinson a Juan Pablo II. Confesó que al principio le impresionó pasar de Vallecas al Vaticano, pero que «cuando Dios pide una tarea, da los medios». Señala que cuando estaba junto al pontífice «tenía la clara percepción de que él estaba delante de Alguien», y salía de allí con alegría sosegada, e impulsada a vivir más intensamente.

Aunque al principio no fue fácil -Juan Pablo II realizaba fisioterapia por indicación médica, pero le costaba sustraer ese tiempo a sus obligaciones-, fue entrando en relación con el Papa. Recuerda con admiración su capacidad de diálogo, su autoridad y su actuar como padre de todos, en encuentros como el Sínodo de los Obispos o la Jornada Mundial de la Juventud.

«Se veía claramente en el Papa la plenitud y fascinación que Jesucristo aportaba a su vida completa», destacaba la fisioterapeuta. También aportó anécdotas, como cuando le felicitó su 80º cumpleaños y él le respondió con una sonrisa: «Sí, sí, ochenta años… ¡pero aún soy un varón peligroso!». Gracias al ejemplo de Juan Pablo II -señalaba Echarri-, muchos mayores comprendieron que podían vivir su ancianidad con un significado. La ponente concluyó que ambos «eran hombres grandes, pero se hicieron aún más grandes con el tiempo, diciendo ‘Sí’ al misterio».

Jone Echarri

Jone EcharriE.E.

Echarri estuvo presentada por la directora de la revista Huellas, Carmen Giussani, quien destacó que Dios «nos atrae asumiendo una carne» y que -en este sentido- la fisioterapeuta ha tenido la oportunidad «de ver y escuchar a un santo y a un siervo de Dios». Giussani destacó que el testimonio de la fisioterapeuta resulta especialmente significativo, porque en la enfermedad -dijo- uno se mide con su propia incapacidad, y ahí no se puede ser otra cosa que «totalmente sinceros».

Este sábado concluían las Jornadas, un evento que coincide con el centenario del nacimiento de Giussani. Se celebra en la Universidad CEU San Pablo, explora los vínculos del fundador de Comunión y Liberación con cuatro pontífices: san Pablo VI, san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Está organizado por Ediciones Encuentro, la Asociación Católica de Propagandistas y la Asociación Universitas.

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