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El obispo de Brindisi

El obispo de Brindisi, monseñor Giovanni Intini, junto al imán, en los salones parroquiales donde se celebró el evento

Un obispo italiano cede una parroquia para celebrar el fin del Ramadán

Monseñor Giovanni Intini participó en el acto al que también acudieron asociaciones de combatientes partisanos comunistas

Los salones parroquiales de la parroquia de San Carlo di Gesù en Brindisi (Italia) se engalanaron el pasado domingo para celebrar el fin del Ramadán, el período de ayuno y oración del Islam. Globos blancos y dorados, imágenes de mezquitas, medias lunas y abundante comida amenizaron la velada, que tuvo, además, un invitado especial: el propio obispo de la diócesis, monseñor Giovanni Intini. Porque el anfitrión en la parroquia, en esta ocasión, no era el párroco, sino un imán: Khaled Bouchelaghem, conocido por haberse presentado a las elecciones por parte del Democrático de Italia, una formación política de centro izquierda de carácter socialdemócrata y medioambiental.

Entre los invitados, además de los propios fieles musulmanes, miembros del Anpi (la Asociación Nacional de Partisanos Italianos), de ideología comunista, y del Arci (Asociación Recreativa y Cultural Italiana), dedicada a la promoción social.

El cartel que invitaba al evento

El cartel que invitaba al evento

La Asociación de Migrantes de Brindisi –la entidad de la Iglesia que coordinó el almuerzo con la comunidad musulmana– ha explicado en sus redes sociales que el objetivo de la actividad fue «construir, a través del diálogo, un acontecimiento común, basado en la hermandad. Ser hermanos y hermanas en la humanidad, que se aprecian profundamente los unos a los otros, en un mundo marcado por la injusticia, el conflicto y las incertidumbres sobre el futuro». «Este es nuestro desafío a través de un simple, pero poderoso gesto: ¡nuestra primera celebración de fin del Ramadán juntos!», añaden.

El acto, que ha tenido cierta repercusión en los medios de comunicación italianos, ha recibido algunos gestos de aprobación, pero también numerosas críticas, al considerar que una parroquia católica no debería unirse a la celebración de una festividad de otra religión, y que la presencia de un obispo puede generar confusión y ser una puerta abierta para el sincretismo religioso. «Entre el islamocomunismo y los partisanos islamistas, el obispo creyó oportuno abrir las puertas de un lugar propiedad de la Iglesia para esta unión cuestionable, en una mezcla inextricable de sincretismo religioso y político», señala Andrea Zambrano en La Nuova Bussola Quotidiana. «Hoy en día, el comunismo islámico se mezcla voluntariamente con las buenas intenciones del diálogo interreligioso donde los que siempre acaban haciendo el ridículo son los católicos», lamenta el analista.

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