I Congreso sobre Vulnerabilidad
De sacrificios humanos a esterilizaciones forzosas en EE.UU: la historia de la vulnerabilidad
La segunda jornada del I Congreso sobre Vulnerabilidad exploró diversos ejemplos históricos en los que la fragilidad humana se pone de manifiesto
Esclavos infantiles con apenas tres años en la Roma imperial, sacrificios humanos enterrados en fosas comunes en tierras vikingas, esterilizaciones forzosas de discapacitados y delincuentes los Estados Unidos del siglo XX. La arqueología de la vulnerabilidad humana ofrece una sucesión de estampas estremecedoras que revelan tendencias comunes entre épocas, y que centraron el tercer bloque del I Congreso sobre Vulnerabilidad, celebrado en la Universidad CEU San Pablo entre el lunes y el martes.
Organizado por el Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, con la colaboración de la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria y el departamento de Pastoral y Voluntariado del CEU, el congreso reflexiona sobre la fragilidad humana desde un punto de vista interdisciplinar. El segundo día del evento abrió con una sesión dedicada a estudiar la vulnerabilidad desde una perspectiva histórica.
«Intentamos ver el cambio en la mirada: a veces no depende únicamente de si algo se hace o no, sino de si la sociedad lo condena», señaló el profesor Alejandro Rodríguez de la Peña, profesor de la Universidad CEU San Pablo y co-director del congreso, resumiendo el objetivo de la iniciativa. El congreso se inscribe en el trabajo del grupo de investigación Vulnerabilitas, y concluirá con la publicación de un libro que recoja y amplíe las intervenciones.
Los niños en la antigua Mesopotamia
La fragilidad no cambia. «En Mesopotamia y la antigua Siria, los niños eran vendidos para realizar labores como peones, artesanos, cocineros… aunque los esclavos infantiles se dedicaban sobre todo a la labor textil, como hoy en día», explicaba el profesor de la Universidad de Alcalá Daniel Justel durante la primera intervención del día, en la que abordó la concepción de la infancia en el Oriente Próximo durante la Antigüedad.
Justel abordó las diversas situaciones de fragilidad y desprotección que afrontaban los menores de edad en las civilizaciones del Creciente Fértil, desde las adopciones hasta el infanticidio, pasando por las deportaciones o la esclavitud infantil. El investigador señaló que las ventas de niños como mano de obra se debían a múltiples causas, como las deudas no saldadas de los progenitores: «Se contemplaba a los niños también como motor económico de la sociedad», apuntó.
El ponente reflexionó sobre la visión negativa que los mesopotámicos y los sirios del momento tenían sobre el aborto, que tendría lugar en la intimidad y que es condenado en algunos códigos legales de la época. Justel expuso el único texto en toda la Mesopotamia antigua que plantea un aborto voluntario: se trata de una legislación que condena a muerte sin sepultura a la mujer que aborte a su hijo por iniciativa propia.
«La edad de las nueces» en Grecia y Roma
Otro punto de vista sobre la infancia en la Antigüedad lo ofreció, a continuación, el profesor de la Universidad Francisco de Vitoria y periodista en El Debate José María Sánchez Galera. El también autor de La edad de las nueces abordó la vivencia de los niños en el mundo grecolatino, un contexto en el que la mortalidad infantil –recordó– era «tremendamente alta, hasta 30 veces superior a la actual», y las condiciones de vida eran especialmente duras.
Los niños, detallaba Sánchez Galera, eran vistos como seres incompletos, o personas de segunda. Vivían, como el resto de la sociedad, en un contexto de banalización de la violencia, asistiendo a espectáculos sangrientos como el circo con el entusiasmo de un forofo del Real Madrid. «La violencia y el abuso sexual hacia los niños aparece como recurso cómico en la literatura grecolatina, en obras de muy distinto género», apuntó el investigador.
Sánchez Galera abordó temas como la esclavitud, el infanticidio –que se veía justificado si el niño nacía con malformaciones– o la dura disciplina que se practicaba en la escuela, con castigos físicos que hoy nos parecerían torturas. También planteó la cuestión de la precocidad sexual y la vaguedad de los reproches a la pederastia: «En el contexto grecolatino –abundó– hay cierta indiferencia con cuestiones que nos podrían repeler, como los casos de niñas que perdían su virginidad con siete años».
La profesora Diana Erika Díez, docente en el colegio CEU Sanchinarro, también se centró en Grecia y Roma, pero desde la perspectiva de la maternidad. Exploró la desigualdad que afrontaban las mujeres en estas civilizaciones –se daba por hecho que el hombre estaba por encima–, y defendió que frente a estas «limitaciones», el cristianismo supuso una auténtica revolución. Citó a San Pablo: «Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos sois uno solo en Cristo Jesús».
La eugenesia, ayer y hoy
«Hoy se piensa en la eugenesia como algo remoto, pero ni era solo cosa de los nazis ni ha desaparecido: ahora empieza otra forma de eugenesia», insistía el profesor emérito de la Universidad CEU San Pablo Antonio Martín Puerta, señalando la producción de niños genéticamente modificados en países como China. La evolución histórica de la eugenesia centró las últimas dos ponencias del bloque, un recorrido que se remonta a finales del siglo XVIII.
Martín Puerta recordó que la eugenesia propone olvidar la ley natural –esa que dice que, en esencia, todos somos iguales– y asumir la ley del más fuerte. «Es un instrumento para el dominio político que aparece en el mundo anglosajón y liberal», remarcó el también ex director del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala. Los postulados básicos de esta pseudociencia instan a mejorar la sociedad promoviendo la reproducción de la gente valiosa y librándose de los grupos que consideran degenerados.
El académico recordó que este pensamiento se expandió rápidamente en los siglos XIX y XX por países como Inglaterra, Francia e incluso llegó a España, pero que los «campos más fértiles» fueron EEUU y –posteriormente– Alemania. El profesor Eduardo Baura tomó el testigo y pasó a detallar estos últimos dos casos: «El primer país que desarrolló leyes eugenésicas no fue la Alemania nazi, sino un país liberal y democrático», recordó.
El pensamiento de que es necesario perfeccionar la raza humana mediante políticas que aseguren que solo nazcan niños genéticamente sanos caló hondo en la sociedad estadounidense en los primeros compases del siglo XX. Aparecieron numerosas organizaciones promoviendo esta ideología, muchas apoyadas por grandes fortunas como Rockefeller o Kellogg.
Hasta 35 estados implementaron leyes de esterilización forzosa a criminales, pobres y discapacitados: solo en California se esterilizó a más de 20.000 personas hasta 1979. «Pensaban que el crimen era un trastorno hereditario», recordó Baura, y señaló que esto fue unido a un racismo creciente y a movimientos anti-inmigratorios.
Todos estos factores despertaron la admiración al otro lado del océano: en Mein Kampf, Adolf Hitler expresa su admiración por lo que están haciendo los estadounidenses. En esta línea, Baura mostró diversos ejemplos de propaganda nazi que copian los eslóganes eugenésicos empleados en EEUU pocos años antes. «Sería sabio –concluía el ponente– tomar las lecciones históricas convenientes».